Capítulo 16: ¿Tú?

38 4 19
                                    

Mi cabeza daba mil vueltas sobre mis hombros y apenas recordaba lo que había sucedido. Estaba atada a una silla que impedía el movimiento de mis manos; mis ojos no apuntaban en una sola dirección y mi cuerpo exhausto se aferraba al asiento como si me fuera a caer. Poco a poco fui volviendo a la realidad reviviendo mi presencia dentro del Club; a Barroso tumbado en el piso y a mí siendo forzada a oler cloroformo provocando unos mareos enormes que me imposibilitaban ver con claridad. Cuando pude recobrar mi visión, noté que me encontraba en un almacén deshabitado, con piezas de hierro esparcidas por el suelo empolvado; una puerta de salida y el murmullo de varios hombres afuera. Intenté zafarme varias veces, pero aún seguía débil. El crujir de las puertas abriéndose, hizo estallar mis oídos. Levanté la vista al moreno alto que entraba en ese instante, con una risilla ladina al percatarse de mi sobriedad.

-Mmmm, la fierecilla está más calmada -dijo en forma de burla.

-Si me sueltas, te vas a enterar quien es la fierecilla -mascullé con rabia.

-Tranquila fiera, aquí nadie quiere hacerte daño.

-Entonces por qué estoy en este lugar, ¿quién los contrató? -protesté al ver que continuaba recorriendo mi cuerpo con lujuria.

-Todo a su tiempo fiera -me miró una vez más y se largó dejándome sola nuevamente.

-Estoy con la policía y es cuestión de tiempo hasta que den conmigo. -grité todo lo alto que pude para que me escucharan. No soportaba estar encerrada, comenzaba a entrar en un estado de claustrofobia y debía calmarme.

Pasado unos minutos donde mis intentos por soltarme eran frustrados, alguien asomaba su cabeza en la entrada. Lo que veía era por lo menos surrealista, jamás en la vida pasó por mi mente que ella fuera capaz de hacerme esto y lo peor, ¿Por qué?

- ¿Tú? -murmuré asombrada por tanta osadía de su parte.

- ¿Sorprendida? -preguntó Emily acercándose con autoridad.

-La verdad que de ti, nada me sorprende -respondí indignada.

De alguna forma, mientras lograba buscarle alguna explicación lógica a todo esto, no podía. Ver a Emily parada junto a mí y en estas circunstancias, me descolocaban por completo.

-Deberías estar agradecida Ramos o ¿¡debería llamarte Marshall?! -mis ojos se abrieron como platos ante la serenidad de sus palabras. No tenía idea como me descubrió-. ¿Ahora no hablas? -insistió mirándome intensamente con sus azulados ojos.

- ¿Cómo...? -una sonrisa maquiavélica se instauró en sus carnosos labios.

Sentía un ardor quemándome el rostro de la rabia que fluía por mis venas. En qué momento me relajé para que ella averiguara tanto. Me pregunté. Ahora mis planes estaban frustrados, este era mi fin.

- ¿¡Cómo lo descubrí?! Todos tenemos un descuido y fue muy fácil para mí dar contigo. No hay una misma historia con los Marshall en esta ciudad.

-Ya que sabes todo, tienes dos opciones: una, delatarme en frente de tu padre, ese que tanto daño te ha causado y dos, unirte a mí. Tú eliges porque no veo otra salida aquí -la reté mientras sembraba esa duda en su cabeza.

-Las dos opciones son muy tentadoras, sobre todo me encantaría saber qué opina Fabián de todo esto. Conociéndole, te va alejar de su vida como ha hecho con todas, incluyéndome a mí. ¿Acaso crees que no esté haciendo lo mismo contigo? Se va a divertir un rato y luego te dejará así como si nada.

-A Fabián mantenlo alejado. Esto es entre tú y yo, así que dime qué quieres porque no armaste este circo por gusto -su jueguito comenzaba a cansarme y más su cara de satisfacción al ver que me tenía casi en sus manos.

Con mis propias manos (EDITANDO)Where stories live. Discover now