Capitulo 2: El comienzo de todo

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La mañana siguiente mi apartamento era un caos, como si un tornado hubiera pasado por ahí. Estábamos todos tirados en la sala, Diego y Valeria en el sofá - cama y yo amanecí en la alfombra. Rápidamente me levanté y recordé todo. Sonreí como una colegiala al recordar la madrugada tan maravillosa que tuve, aún sentía las manos de aquel extraño sobre mi cuerpo y su respiración en mi oído. Me encaminé hacia el baño y al mirarme en el espejo tenía todo el maquillaje corrido, cualquiera que me viera en ese instante, pensaría que me había convertido en "La Llorona", esa peli de terror que adoraba y que tantas veces veía. Me despojé de mi ropa que conservaba la deliciosa aroma de aquel hombre, abrí el grifo de la ducha y entré dispuesta  a quitarme los estragos de la noche anterior; estando más decente, desperté a mis amigos.
El resto de la tarde lo pasaron conmigo mientras recordábamos el espectáculo que habíamos dado el extraño y yo; así lo llamaba porque ni su nombre sabía. Ya entrada la tarde, mis amigos se marcharon dejándome en la soledad de mi nuevo hogar.

                                                                            ☆ ☆ ☆ ☆

Al fin había llegado el gran día, ese que tantas veces recreé en mi mente y ahora se iba a ser realidad. Desperté bien temprano, me duché, me puse mi mejor traje, chaqueta beige, una falda alta a juego, una blusa de cuello alto blanca, unos zapatos que me compré de la marca Louboutin y el reloj pulsera; regalo de graduación de mi padre. Estaba terminado mi maquillaje y arreglando mi cabello cuando mis padres me llamaron para desearme éxitos, siempre me decían que la suerte era de los perdedores y yo era su guerrera exitosa que podía con esto y mucho más. Si ellos estuvieran al tanto de mis planes, me hubieran prohibido viajar, pero yo solo quería recuperar lo que por derecho nos correspondía. Cuando pensé que no iba a llamar nadie más, sonó el teléfono; una video llamada de mis amigos. Ellos eran los únicos que sabían mis propósitos. Diego como siempre me dijo que me fijara en algún abogado buenorro y si tenía algún compañero de trabajo gay se lo mandara. Al final me hacían soltar una carcajada, que voy a decir si ellos más que amigos eran mis hermanos.

El día anterior había alquilado un carro para mi estancia aquí, pues el bufete estaba un poco lejos y no iba a viajar en taxi. Me sumergí en el tráfico de Madrid sin prisa, encendí la radio y la preciosa voz de Adele, inundó mis oídos.

"Abogados Penalistas Romero Díaz". Fijé mi vista en ese letrero. Aquí estaba, después de once años. Mi momento había llegado, ya no podía dar marcha atrás. Respiré profundo, tomé mi bolso Dolce&Gabbana y me bajé del auto. Pronuncié mentalmente esas palabras que siempre me decía ante cualquier cosa: "¡Tú puedes con esto!"

Al entrar al lobby todos los recuerdos de ese trágico día, aparecieron en mi mente. A pesar del tiempo que pasó y que tan solo tenía once años, no podía olvidar el dolor y la pena de mis padres, al deshacerse de todo lo que un día construyeron, todo por culpa de ese desgraciado. Desde ese día me juré a mí misma, que me iba a convertir en abogada y me vengaría del que tanto mal nos hizo.

Noté que muchas cosas cambiaron, aunque conservaba la estructura, el diseño había sido renovado, le daba un aire cálido y acogedor. Me adentré en la instalación y a mi derecha pude observar el mismo letrero con el nombre del bufete en un tono dorado y con letras perfectamente elaboradas. Todo en su interior era minimalista y moderno. Recordé que conservaron las características originales del inmueble, poniendo un especial énfasis en mantener elementos tales como los pavimentos de mosaico calcáreo de diversos diseños y colores, las puertas de madera y herrajes, las ventanas con vidrios de varios colores y dibujos, así como el falso techo.

Con mis propias manos (EDITANDO)Where stories live. Discover now