Prisionera

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Una fémina despertó con flojera de su cama. Se quedó unos segundos mirando al techo en la oscuridad, hasta que la cama literalmente la tiró de ella misma gracias a un mecanismo automático.

Últimamente se sentía más decaída de lo normal. El término "últimamente" era algo incoherente: desde que estaba encerrada se sentía así. Solo obedecer sin rumbo fijo, sin la oportunidad de pensar. Completamente sola. Aislada del mundo y de la civilización... por seis años.

????: Buenos días Colette— eran las 5 de la mañana

Colette: Buenos días Peep...

Su voz rota, junto a su desalineado aspecto, dejaban entrever que había estado llorando.

Peep: Es hora de que hagas tus labores diarias.

Su ropa de civil ya no era suficiente para ella. Usaba un traje reglamentario de la Guardia Infinity. Traje azul celeste, pantalones oscuros y botas blancas. Pese a que odiaba admitirlo, Colette amaba esas prendas. 

Estaban en el año 3078 después de Cristo. La tecnología era tan común como extraña, de punta e increíblemente abundante, a la par que la avaricia humana. Colette había sido abandonada nada más nacer, y se tuvo que criar en las desoladas calles de Prion. Era una ladrona. Cuando cumplió nueve años, le robó a la persona equivocada: un general recién ascendido de la Guardia Infinity llamado Mortis. Él la capturó, pero en lugar de matarla o torturarla, la adoptó y la crio como su hija. No solo por altruismo...

Le enseñó a robar y a mentir correctamente, en caso de que sea necesario. Mortis, comparado con los demás militares de la Guardia Infinity, vivía miserablemente. No tenía muchos lujos, es más, necesitaba robar. Él era un general de muy bajo rango, y no le pagaban suficiente. Por eso tenía que limitar sus gastos.

Colette no tuvo una educación muy convencional. Ella aprendió todo de su padrastro. Aprendió a leer, a escribir, a sumar, etc. Debido a que a la fémina le encantaba dibujar, Mortis le regaló un libro donde ella podría dibujar y pintar a gusto. Cada vez que ella terminaba un boceto, se lo enseñaba a su padre, y él la vitoreaba por su talento.

Cuando Colette cumplió 16, Mortis fue ascendido de rango. Ella quería darle un regalo a su padrastro, pero no tenía mucho dinero. Hizo lo único que le vino a la mente a una adolescente: robar. Ella robó una joya que seguramente le gustaría al vampiro. Evidentemente la atraparon, y la iban a ejecutar al descubrir quién era y sus antecedentes.

Mortis intervino, y a costa de perder su recién otorgado puesto, logró que Colette vuelva con él, y no la condenen.

Ella, después de eso, se sentía terrible. Por culpa suya su padrastro perdió su puesto. Un día, huyó de casa porque no le gustaba saber que arruinó la vida de alguien. Una justiciera la encontró, y la apresó por sus antecedentes. Ella fue enviada a una nave prisión, la misma donde estaba ahora. Debido a que Mortis no era el afectado directo y no tenía un alto puesto, no pudo hacer nada por ella.

Antes de ser enviada a la nave prisión, Mortis le entregó la joya que no pudo robar y su diario.

Colette ese mismo día cumplía 22 años. En cada cumpleaños, Mortis le daba un cariñoso abrazo, y la llevaba a un lugar especial para ambos. En 6 años Colette no tuvo contacto humano de ningún tipo. Sus dientes se deformaron hasta quedar como colmillos. Ella no estaba loca, pero haría todo lo posible para abrazar a su padrastro.

Cualquier cosa.

Cansada y bañada, con un traje espacial de la época de la Nasa, ella salió del Galaxy One y se dispuso a reparar un satélite averiado.

Para no ser liberada al vacío del espacio, se vio obligada a aprender de ingeniería. Seis años sola únicamente con la compañía de una inteligencia artificial le dieron tiempo para aprender la teoría. Y gracias a esa clase de averías y los robots de la nave, pudo aprender la práctica. Peep le concedió informalmente el título de ingeniera de robótica. 

El trascurso del día pasó exactamente igual que siempre. Repetía la misma rutina monótona. De vez en cuando sucedía algo interesante, como una explosión planetaria o alguna llamada de auxilio. Lamentablemente, Peep no podía permitir que Colette pudiese darse esos "lujos".

Por todo lo demás, ella deseaba salir de esa maldita nave.

Eran las cinco de la tarde. Ella se hizo la cena, y durmió en su habitación, protegida por un código que únicamente ella y la voz de la nave que la volvía loca sabían. Antes de dormir, Colette leyó uno de los libros que Peep le había conseguido.

La peli-blanca no odiaba del todo estar allí. Se merecía estar hay. Solamente tenía que cumplir 7 años de condena, y volvería con su figura paterna. Peep era un buen tipo. Le hacía reír, y la trataba bien pese a ser una convicta. Ella dormía más o menos segura allí.

El resto del día ella durmió plácidamente, pensando en la idea de reunirse con su padre.






























3 de Mayo de 2021

Starr ForceWhere stories live. Discover now