Grabado (parte 1)

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No pensé que pasaría así. Desde que ya no salgo con Erik, Gabo y yo nos vemos más y con menos ropa cada vez, y me encanta. Lo hemos hecho en su carro, fuera de mi casa, en la calle, casi en la universidad, en una fiesta. En todos lados. No saben cuantas veces me he venido montándolo y cuantas veces se ha venido en mí. Siempre lo exprimo hasta la última gota, hasta verlo temblar de tanto que se viene. Disfruto tanto verlo disfrutar. Y me encanta disfrutar y que me vea hacerlo.

Hace tiempo que nos vemos, a escondidas prácticamente. Tengo un tiempo saliendo con alguien y Gabo también. Nuestros encuentros son más fortuitos, más breves pero nunca menos placenteros. A veces ya no nos importaba si era de día o de noche, me subía a su carro, encontrábamos un lugar, pasábamos al asiento de atrás y como si no hubiera luz o alguien alrededor, nos desvestíamos y complacíamos, casi siempre él me hacía sexo oral hasta venirme y yo lo hacía venirse junto conmigo: yo arriba, en cuatro, a veces nos masturbábamos juntos o se me venía en mis pechos o mi boca. Todo ahí, en ese asiento y en alguna otra ocasión en algún cuarto de hotel. El placer nunca faltaba, de ningún tipo. Lo vi hace 3 días.

—Hola Gabo... ¿cómo estás?
—hola, Are... bien ¿y tú?
—bien, también. ¿estás ocupado?
—no, ¿por?
—en un hora me desocupó... ¿quieres ir a tu depa?
—claro, ¿llegas o paso por ti?
—¿puedes venir por mí?
—sí... te veo en un hora

Y colgamos. Tome una ducha, me puse crema y arreglé. Tome unas panties negras pegaditas y un bra que hiciera juego y un vestido de flores volado, muy ligero. La verdad sólo quiero que me coja rico, considerando todo lo de alrededor, uno o dos orgasmos no me caerían mal. Esperé a que Gabo llegara, y al final decidí no ponerme brasier, así me toca sin tantas barreras, sin impedimentos. Como a la media hora sonó el timbre. Era Gabo. Abrí y salí de mi casa. Gabo me abrió la puerta de su carro y me subí.

—Hola, Are... —nos besamos
—hola, Gabo... vamos... quiero aprovecharte
—vamos, pues... —y partimos. Platicamos durante los primeros minutos del viaje pero después me puse cachonda
—Gabo... creo que traigo muchas ganas... —y empecé a acariciar su miembro por encima del pantalón —pero muchas ganas
—¿sí? creo que lo estoy notando... —se acomodó en el asiento
—¿seguro? si no, te lo hago notar más...
—adelante... —desabroché su pantalón, bajé un poco su bóxer y saqué su pene. Ya estaba poniéndose duro
—parece que él también tiene ganas...
—muchas... créeme...
—excelente... a ver si cierto... —escupí en mi mano —ya sabes, Gabo... no se vale chocar ehh...
—no, no se vale...

Llené de saliva su miembro esparciéndola con mi mano, despacio, de arriba a abajo. Desde sus testículos hasta su glande. Se estaba poniendo muy rico su miembro, como para comérselo de una. Seguí masturbándolo. Despacio. Gabo se acomodaba en ocasiones en su asiento, moviéndose de arriba a abajo, como pidiendo más. Yo seguía a mi ritmo. Volví a poner saliva, está vez, dejándola caer desde mi boca hasta su glande y volví a esparcir con mi mano. Gabo estaba durísimo y su pene estaba palpitando de placer.

—Préstame tu teléfono, Gabo...
—aquí está... ¿qué haces?
—ahorita ves... —lo puse en la agarradera la puerta, con la cámara frontal y lo acomodé para que se viera su miembro y mi rostro en la pantalla, le di grabar —de nuevo, no se vale chocar
—no...

Volví a masturbarlo, ahora sí, subiendo el ritmo. De a poco y poniendo más saliva para que mi mano resbalara bien. Subí el ritmo y Gabo se movía de arriba a abajo, le estaba encantando. Noté que empezó a manejar más lento, quería disfrutar más de esto. Seguí moviendo mi mano y uno momentos después empecé a chupársela durísimo. Gimió. Yo estaba excitadísima de verme en la pantalla. Me veía perfectamente y me notaba sexy y cachonda. Aparte su miembro se veía delicioso. Siempre que se excita se le brotan las venas en el tronco y con mi saliva se ve brillante y apetitoso. Tomé su mano derecha y la puse en mi cabello. Gabo entendió, me tomó del cabello, como en una cola, y empezó a penetrarme la boca. Yo empecé a salivar muchísimo.

—Aaaahh... Gabo... me ahogas... —le dije mientras mi saliva caía de mi boca hasta su pene
—que rico ¿no?
—mucho... ¿continúo?
—claro...

Me siguió tomando del cabello. Yo tomé su miembro firme de la base, que quedara bien recto y empecé a chupársela de nuevo. Rápidamente mi boca recorría todo su pene, de arriba a abajo, mojándolo en saliva y sintiendo su palpitar en mi lengua y labios

—Aaaah... qué... qué rico, Are... lo chupas delicioso...
—lo sé... lo sé... cógete mi boca...

Sentí como detuvo el carro. Agarro mi cabeza con las dos manos y empezó muy rápido meter y sacar su pene de mi boca como si de mi vulva se tratase. Lo sentía entrar y salir completamente. Me penetraba riquísimo, profundo, hasta mi garganta. Eso me hacía salivar muchísimo y mi vulva se mojaba más y más. Dejo una mano en mi cabeza agarrándome del cabello y la otra la metió bajo mi vestido. Eran las 2 de la tarde, si había gente en la calle viendo, no nos importaba. Hizo mis panties hacia un lado y empezó a masturbarme. Debieron sentirlo. Mi boca llena de su verga y mi clítoris siendo consentido. Estaba cachondísima.

—Aaaaaah... Gabo... vamos...
—llegamos hace rato, Are... sólo quería continuar... —me levanté y lo besé mientras lo masturbaba
—vamos adentro... ¡ya!
—sí...

Gabo guardo su pene y se acomodó, yo también. Bajamos del auto y nos metimos a su departamento. Apenas entramos, Gabo me tomó de la cintura cerrando la puerta para empotrarme en la misma levantando mi vestido. Me tomó fuerte de las nalgas y nos empezamos a besar. Mordidas empezaron y nuestras lenguas se enroscaban en una calentura tremenda. Empezó a morderme el cuello y yo a jalarlo del cabello. Sus manos recorrían mis nalgas y mis piernas. Rozaba mi vulva en ocasiones. Yo estaba gimiendo en su oído mientras me mordía. Lo apreté contra mí y su miembro me tocó. Estaba durísimo. Quería que me la metiera. Me mordía cada vez más fuerte y yo lo jalaba del cabello más y más. Nuestros sexo se rosaban y el empezó a arremeter contra mí, como si dentro de mí estuviera. Me volteé, poniendo mis nalgas contra su miembro. Me tomó de la cintura y como si me estuviera penetrando se movía. Yo lo tomaba de la cabeza para acercarlo, Gabo volvió a morderme.

—Aaaah... que rico... sigue, Gabo... —subió sus manos y de un jalón bajo mi escote, mis pechos quedaron libres
—ya quería ver caer esas tetas... adoro cuando no traes bra... —y las apretó duro
—aaah... eso... apriétalas, Gabo... como me gusta...

Las apretó con más fuerza y empezó a apretar mis pezones también. Me tenía en sus manos. Yo empuja mis nalgas contra su miembro y el hacía lo mismo contra mí. Levanté mi vestido. Él bajó su pantalón y ahora estábamos más cerca. Sentía su miembro latir contra mis nalgas mientras me apretaba contra él. Me sujetó fuerte de mis pechos y yo lo tomé de su playera para sentir su miembro lo más que se pudiera. Siguió lamiendo y mordiendo mi cuello, mordía mis lóbulos y me gemía en el oído. Estaba todo a tope. Ese encuentro sólo podía ponerse mejor.


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