Placer en el silencio

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¿Qué me faltaba? ¿qué nos faltaba? ¿por qué simplemente no acepté y me fui con Gabo y ya? ¿qué pasó ahí? Pude sólo decir que sí y ahorita estaría viviendo con él y todo en orden, pero no sé qué pasó.

Eso fue hace 3 meses ya. Ese encuentro, primero el cuarto, luego la ducha y luego el silencio.

—no sé, Gabo... yo...
—¿qué sucede? es lo ideal, ¿no?
—no lo sé... sólo, no sé...
—está bien... está bien...

Y ahí quedó esa charla. Me tomó de la mano y nos levantamos. Nos pusimos bajo la regadera y nos bañamos. Nos abrazamos. Él me llenó de espuma y yo a él. Fue delicioso a pesar del silencio. Fuimos a comer y regresamos al cuarto. Nos acostamos. El silencio continuó. Gabo se acercó y me besó, yo lo besé. Fue un beso largo, silencioso. Me mordía y yo lo mordía. Sus manos me acariciaban: mi rostro, mi cintura, mis pechos, el cuello, mis nalgas, las piernas. Me acariciaba toda. Mis manos lo recorrían completo: su cuello, el pecho, las nalgas, sus piernas. Era un silencio extrañamente placentero. Mi mano empezó a rondar su miembro. Gabo empezó a besar mi cuello, despacio y con besos pequeños. Me tomó de la cintura y me montó sobre él. Me tomó del cuello y siguió besándome. Sus manos me quitaron la blusa y continuó a quitarme el bra. Los besos no pararon mientras sus manos estrujaban mis pechos: con fuerza pero suave. Empezó a besar mi rostro, mis oídos, bajo hacia el cuello. Sus manos recorrían mi espalda desnuda y sus labios llenaron mi cuello de besos del centro a los costados, llegando a los hombros y a bajar por mis clavículas. Beso a beso llegó al centro de mi pecho, lo besó. Fue para la derecha y luego a la izquierda. Sus manos sostenían mis pechos firmemente mientras el los llenaba de besos. Sin parar. Yo disfrutaba gimiendo y moviendo mis caderas sobre él.

—Gabo... aaay... me encantan tus besos... —siguió besándome —sigue... lléname de besos..

No dijo nada. Sólo me besaba toda. Me volvió a recostar en la cama. Beso mis labios, mi rostro, otra vez mi cuello. Hizo todo de nuevo hasta volver a besar completamente mis pechos. Por el centro de mi pecho tomó dirección hacia abajo. Besó mi abdomen en línea recta hacia mi sexo. Desabotonó mi pantalón. Bajó el cierre. Quitó mis zapatos y calcetas. Despacio me despojó de mi ropa. Yo sólo lo veía, disfrutando de su entrega, dejándome besar. Volvió a mi rostro, y empezó de nuevo. Besaba mi boca, mi rostro. El cuello, como amo que bese mi cuello. Sujetó mis pechos de nuevo y los besó. No los chupaba o lamía. Los besaba. Los disfrutaba entre sus manos y los llenaba de besos. Volvió a hacer ese recorrido en línea recta con besos pequeños. Llegó a mi monte de  Venus, mis panties estaban aún puestas. Me empezó a besar por encima de ella. Su tacto y su calor atravesaban la fina tela de mi prenda. Siguió esa línea de besos hasta llegar a mí vulva. Ahí se detuvo. Tomó mi ropa y la empezó a quitar. Despacio. Todo era lento. Placentero, sin prisa pero sin pausas. Ahí estaba yo, desnuda viendo y disfrutando como Gabo me besaba toda.

—Gabo... ven... déjame...
—hay tiempo... no te apresures...

Volvió a besarme. Volvió a llenar mi boca de besos y mordidas. Y repitió. La tercera. No me cansaba de esos besos. De acordarme me erizo y me mojo. Volvió a besar mi rostro completo, por mis oídos bajó a mi cuello. El cuello, lo sabe, me encanta. Recorrió mis clavículas despacio y beso a beso volvió a llegar al centro de mi pecho. Sus manos volvieron al juego y con firmeza sujetó de nuevo mis pechos para volverlos a besar completamente. La curva cercana a mis clavículas, los costados, los pezones, las aureolas, por debajo. No dejo parte sin besar de mis senos. Regresó a esa línea recta ya trazada. Besos suaves y profundos. Esta vez no encontraría barreras, sólo mi piel desnuda frente a su boca. Bajó, suave y sin pausa. Llegó a mi sexo. Ahí sentí ya su calor de frente. Mi cuerpo reacción temblando y abrí mis piernas. Gabo cambió la ruta. Se fue hasta mis pies. Los tomó, empezó a besarlos. Empezó en los dedos, luego un empeine, luego el otro. Levantó mis piernas totalmente y así pudo besar mis pantorrillas, los vellos de su barba me arañaban suavemente y me hacían cosquillas al llegar tras mis rodillas. Volvió al frente y empezó a besar mis muslo. Me puse chinita. Toda, sin excepción. Sus besos iban de un muslo al otro, por la parte interna y su barba me recorría al tiempo. Al llegar a mi vulva volvió a cambiar el plan. Regresó a mi rostro.

AcuarelaWhere stories live. Discover now