La oficina

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Hace seis meses que vivo en Querétaro. Es una ciudad bastante diferente. Gabo y yo mantenemos contacto. Ha querido venir a verme un par de ocasiones pero aún no me instalaba bien y mejor lo pospuse. Ahorita sí ya lo podía recibir, mi depa ya está bien arreglado y ya tengo una rutina más fija para aprovechar mi tiempo. Debo admitir que aunque extraño a Gabo, no creo que la chispa siga ahí y más porque Alex ha estado insistiendo en irnos a vivir juntos y lo estoy pensando, al final, han sido seis meses sin ver a Gabo y seis viendo a Alex diario.

—Hola, Are... ¿cómo estás?
—bien, Gabo... qué sorpresa...
—sólo llamando para ver cómo estabas...
—gracias por acordarte... ¿qué andas haciendo?
—nada importante... bueno... de hecho voy camino a Querétaro... —reí nerviosa
—¿en serio? ¿y eso?
—voy por trabajo con un cliente... pensaba que quizá podríamos vernos... llego como a las tres de la tarde...
—mmm puede ser... dame un minuto... —me hice tonta... ¿qué le decía? pues que sí ¿no? —oye, justo a esa hora salgo a comer pero estaré en la oficina, ¿quieres venirte?
—claro... ¿me escribes el domicilio?
—sí, en un momento...
—te veo en un rato... bye
—bye...

Y colgamos. ¿Era buena idea verlo en el trabajo? No lo sabía. Seguí con mi trabajo como cualquier otro día, era viernes y trabajamos medio día. Suelo quedarme si hay algunos pendientes. Como a las dos con cuarenta le escribí a Alex: "no iré a comer hoy, mucho trabajo". Contestó que no me preocupara, él tampoco podría ir. Mi comida llegó y a los minutos sonó mi teléfono.

—Are... es el #264, ¿verdad?
—sí, Gabo... ya te abro... —bajé y abrí la puerta de la oficina, y ahí estaba él —hola, Gabo... que linda sorpresa —nos saludamos torpemente. Quisimos besarnos pero no
—Are... ya sé. Ya ves se dio que vengo por trabajo y dije "a ver si podemos vernos"
—ven... acá está mi oficina —subimos hasta el tercer piso. En ese piso sólo está mi oficina y un cuarto de archivo —¿qué opinas?
—muy espaciosa... que bueno que te esté yendo genial...
—sí... mucho trabajo pero lo vale, siéntate...

Nos sentamos y empezamos a charlar. Fueron seis meses y hay cosas para ponerse al corriente. Nos sentamos uno a lado del otro en el sillón de mi oficina. La charla era muy amena. Yo le platicaba de como me acomodé en Querétaro y mi nuevo trabajo. Él de como cambió de empleo y que ya vive en otro lugar. Parece que no hubiera pasado un día. Hablamos como siempre. Fue sencillo. En medio de la platica nos pusimos de frente. Fue casi imperceptible pero de a poco nos fuimos acercando. Como si nada. De un momento a otro ya estábamos a centímetros de la cara del otro. Soltamos un par de palabras más y nos besamos.

Puse mi manos alrededor de su cuello y él puso sus manos en mis piernas. Empecé a morderlo y Gabo me siguió. Me tomó de la cintura y me jaló hacia él, me acomodé encima de él. No pasó un día, estábamos sincronizados. Levantó mi falda hasta mi espalda y me tomó duro de las nalgas. Yo empecé a moverme de atrás hacia adelante. Su miembro rozaba con mi vulva. Era como los viejos tiempos. Me jaló del cabello y empezó a lamer mi cuello. Yo me quité la blusa y me quedé en bra. En un movimiento jalando mi bra hacia arriba, Gabo dejó mis pechos libres y tiro mi ropa al suelo. Tomó mis senos fuerte con sus manos y los empezó a chupar. Mordía y lamía mis pezones. Extrañaba tanto eso. Yo tomaba su cabeza y lo apretaba contra mí.

—Aaaah... y yo creyendo que esto no iba a pasar, Gabo...
—pensaba igual... qué bueno que nos equivocamos...
—sí... sigue chupando...

Siguió lamiendo y mordiendo mis pezones con sus manos apretándome con fuerza. Yo seguía rozándome con su miembro. Estaba empapada. No entiendo cómo nos calentamos tan pronto. En segundos ya estaba casi desnuda sobre él. Volví a besarlo y me levanté. Me hinqué enfrente de él. Gabo se quitó el cinto y yo desabroché su pantalón y saqué su miembro. Estaba durísimo, como lo recordaba. Escupí sobre su glande y con mi mano esparcí la saliva en su miembro. Gabo se estremeció. Todo seguía como antes. Introduje su pene en mi boca y empecé a chuparlo. Me encanta sentirlo crecer entre mis labios. Movía mi cabeza de arriba a abajo y con mi mano acompañaba el movimiento. Seguí masturbándolo y empecé a estimular sus testículos con mi lengua y a chuparlos. Lo escuchaba gemir y me mojaba. Me tomó de las manos y me levantó.

—ven... ven aquí —me volteó, mis nalgas estaban frente a él.
—¿así?
—sí... siéntate... —tomé su miembro y lo acomode para introducirlo en mí. Despacito lo metí. Gemí
—aaah... justo como lo recordaba...
—lo mismo digo... justo como te recordaba... —me tomó de las caderas y empezó a marcar el ritmo. Arriba y abajo, primero despacio. Me nalgueó... —cógeme, Are... cómo tú sabes...

Apoyada en sus rodillas empecé a marcar mi ritmo. Mis fluidos y el contacto de mis nalgas con su cadera llenaban de un sonido perverso la oficina. Gabo me jalaba del cabello. Me tenía a tope.

—Aaah... aah... extrañaba cogerte así, Gabo... qué rico...
—Yo igual... no sabes cuanto... voltéate...

Me volteé. Quedamos de frente. Ahora estaba montándolo mientras él se comía mis pechos y los tomaba con fuerza. Sabe cómo me gusta. Empecé a subir y bajar mientras él mordía sus pezones. Me chupaba los pechos y me nalgueaba. Estaba cachondísima. Puse una mano de él en mi cabello y la otra en mi cuello.

—Aprieta... suave pero firme...
—encantado...

Y empecé a cogérmelo más duro. De atrás hacia adelante. Mi clítoris rozaba en su piel y Gabo me apretaba del cuello. No iba a tardar en llegar.

—Ven... —me dijo Gabo y me recostó sobre el sillón. Puso mis piernas sobre uno de sus hombro y me la metió de nuevo
—aaay... qué rico... cóge... —no me dejo terminar la oración cuando ya estaba penetrándome durísimo... —aaahh aaah aaaay así...

Me tenía bien agarrada por las piernas y sus manos alcanzaban a apretar mis pezones en ocasiones. Mis piernas bien apretadas hacían que mi clítoris se estimulara al ritmo de sus embestidas. Me tenía loca y yo estaba disfrutando al máximo. Me iba a venir con él adentro.

—Aaaah aaah... no pa... no pares, Gabo... voy... voy... —y entre los tronidos de su pelvis chocando contra mis piernas, empecé a gritar y a gemir mientras me venía —¡AAAH AAAH AAAH AAAAAAAAY ASÍ! ¡CÓGEME... CÓGEME! ¡AAAAAAH!

Gabo no bajo el ritmo. Arremetía contra mí duro y firme mientras yo gemía y gritaba. Sentía mi vulva chorrear y la entrada y salida de su miembro de mí sólo hacía que mi orgasmo mojara el sillón donde estábamos.

—Aaaah... aaaah... qué... qué rico... aay Gabo... que rico... me hacía falta cogerte así
—estuvo buenísimo... hace rato no escuchaba como gritabas y gemías... por poco y me vengo adentro...
—¿y qué te detuvo?
—que quiero venirme con una de esas mamadas tuyas que me encantan...
—¿ah sí? pues ven...

Se acercó hasta mi rostro y me puso su miembro en la boca. Yo empecé a chuparlo. Utilizaba mi mano para masturbarlo al ritmo del movimiento de mi cabeza. Gabo me tomó del cabello y yo empecé a aumentar el ritmo. Mientras más lo hacía vi como los músculos de su pierna se tensaban y empezaban a temblar. Estaba listísimo para venirse.

—Aaah aaah... así... no pares, Are... me encanta...
—lo sé... —escupí en su miembro y seguí masturbándolo —¿me has guardado mi leche?
—lo más que he podido... hoy te traigo tu ración...
—dámela... dámela en la boca... —volví chuparla y a mover mi cabeza y mi mano rápidamente. Unos instantes después, Gabo me tomó de la cabeza y empezó a penetrar mi boca como si de mi vulva se tratara...
—aaaaah... sí sí sí... voy... —me la sacó de la boca y empezó a masturbarse cerca de mis labios —saca tu lengua... sácala... —la saqué. Gabo estaba agitadísimo y en un momento de frenesí empezó a gritar y a gemir —¡AAAAH AAAAAH AAAAAAH AAAAAH TOMAAAA! ¡AAAAAH AAAAH AAAAAAA!

Deteniendo su mano dejo salir su orgasmo. Un chorro de espeso y caliente semen cayó directo en mi lengua. Siguió masturbándose y expulsó varios chorros más. Todos igual de calientes y espesos. La mayoría cayó en mi boca pero el resto empapó una de mis mejillas.

—Aaaah aaaah... sí... ya me hacía falta eso... —yo metí mi lengua y tragué
—¡Gabooo! Pero cuanta leche... qué rico... y qué espesita estaba...
—¿te gustó?
—me encantó... que bueno que viniste y que te viniste así... deja me limpio...
—va...

Le pasé un poco de papel a Gabo y utilicé el resto para limpiar mi rostro. Nos vestimos y arreglamos. Nos volvimos a sentar en el sillón.

—¿y ahora? —pregunté...
—pues... tengo que ir a mi hotel... podríamos vernos luego... me quedó hasta el domingo
—quizá... podría visitarte luego...
—estaría muy bien...
—pues es un acuerdo...

Nos besamos otro rato y a los minutos sonó mi celular y el de Gabo. Él fue para su hotel y yo a mi casa. Uno nunca se espera que este tipo de cosas pasen en la oficina y en su hotel no faltó la acción pero esa es historia para luego.

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