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Su pequeño hijo entró primero luego tú para después cerrar la puerta y dirigirte con él a su recámara. Sobre la pequeña cama colocaste su pijama de dinosaurios.
—Ponte esto y cuando termines vas a la cocina por tú vaso de leche-le sonreíste.
—Sí mami.
Revolviste su cabello y caminaste hacia la habitación dónde tú esposo y tú dormían. Te deshiciste de tus zapatos altos y fueron sustituidos por unas cómodas pantuflas, alcanzaste a escuchar cómo la puerta de entrada era cerrada con fuerza seguido de pasos que poco a poco se acercaban.
Entraste al baño y recogiste tus cabellos con desdén en una coleta, de repente unos toques a la puerta te sobresaltaron.
—T/n hablemos—mencionó con voz áspera.
—¿Por qué mejor no vuelves con tus amados socios y amigos?—respondiste irónica.
—Déjate de eso y hablemos.
Suspiraste con pesadez para después salir y verlo de frente con su ceño fruncido.
—No estoy de humor Taehyung.
—T/n, por favor—insistió.
—He dicho que no.
Pasaste por su lado sin mirarlo, realmente estabas furiosa con él.
Momentos atrás
Gun Ji, tú y Tae se encontraban en una importante reunión de trabajo de la agencia dónde tu pareja laboraba como jefe; todos asistían acompañados de sus familias por lo que él pequeño se divertía con otros niños que ahí estaban. Tú disfrutabas del vino entre tanto admirabas los cuadros enormes que colgaban en las paredes blancas, hasta que en cierto momento su hijo deseaba agua ya que el cansancio de correr le hacía efecto, por lo que lograste verlo pasar de salón con un vasito en sus manos y fue su llanto lo que despertó las alarmas en ti.
Con paso apresurado llegaste al lugar del que provenían los sollozos. Apreciaste como una mujer de vestido negro lo reprendía de forma brusca.
—¡Fijate por donde caminas pequeño descuidado!—gritó—Odio cuando a la gente se le da por traer niños de tu tipo—lo miró despectivo—Oh eres un...
Ignoraste su comentario.
—¿Qué pasa cariño?—te inclinaste tomando su pequeña carita en tus manos.
Sus ojitos derramaban lágrimas y su nariz al igual que sus mejillas se teñían de rojo, su pechito subía y bajaba con rápidez cosa que rompió tu corazón.
—Este maleducado y tosco niño acaba de tirar agua sobre mi vestido—señaló los lugares mojados en su ropa.
