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STELLA

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Estaba prendiendo el televisor de la sala, acomodando el sofá con cobijas para prepararnos para ver una película. Mary se apoderó del control y empezó a buscar ella misma algo que ver en Netflix.

Owen estaba en un puf sentado en su tablet jugando, y mi madre, en la cocina, preparándose una ensalada de frutas. Había pedido cuatro hamburguesas y un refresco a un puesto de comida rápida que tenía servicio a domicilio. Los gemelos me habían dicho que querían comer hamburguesas y se me antojó también.

El timbre de la casa sonó.

Seguramente era el chico de servicio a domicilio.

—¡Voy!—camino hasta la puerta y la abro un poco—. Cassiel, eres tú—me río ligeramente.

Qué coincidencia. No me imaginé que sería él.

—La chica que me salvó hace dos días—ladea una sonrisa—, aquí tienes Stella. Cuatro hamburguesas y una Coca-Cola.

Recibo la bolsa.

—Gracias, ten—le dejo el dinero en su mano. Fue un ligero toque y mi cuerpo se sintió extraño. Desvié la mirada a su moto que estaba atrás de él—. ¿Todo bien con tu moto?

—Desde ese día me procuré mantenerla en perfecto estado. No querría volverme a quedarme varado solo a la mitad de la noche—masculló y metió sus manos en su chaqueta. Es la misma chaqueta de aquella noche.

—Entiendo. —contesto. Muerdo mi mejilla por dentro. ¿Por qué aún seguimos aquí?—. Linda... chaqueta—le digo, incómoda.

Él medio frunce el ceño. Me quedo mirando sus ojos por unos segundos, son verdes y muy lindos.

—Gracias, es mi favorita—responde y vuelve haber un silencio. No entiendo porqué sigue aquí. Tampoco entiendo porqué sigo parada aquí—. Stella, ¿podrías hacerme un favor?

Frunzo mi ceño y dudo en responder.

—Depende—respondo con la duda.

—Soy nuevo aquí en la ciudad y me gustaría salir, pero no solo.

Lo pienso.

Mañana no iré a trabajar. Bueno, el resto de la semana no iré. Quiero quedarme en casa, sin saber de demonios, de enemigos, de trabajo, de nada. Pero me siento sola. Así que creo que vendría bien salir con alguien. Además, él se ve muy amigable.

—Bueno... —me tomo mi tiempo responderle—. Ésta semana estaré libre del trabajo así que creo que podemos hacer algo, ¿no?

Le sonrío

Cassiel también sonríe. Y me agrada su sonrisa, sonríe muy lindo.

—¿Me das tu número? Así quedamos—Saco mi teléfono y le dicto mi número porque no me lo sé—, bueno,me iré. Espero verte mañana, Stella. O debería decir, ¿mi salvadora?

Al escucharlo, río.

—Mmmm, suena mejor «mi salvadora»—exclamo.

Me doy vuelta y cierro la puerta.

Suelto un poco de aire contenido. Creo que acabo de hacer un amigo o al menos, eso espero. Le avisé a mi madre que la película ya iba a comenzar y mis hermanos y yo nos pusimos a comer nuestras hamburguesas viendo la película.

Estos días días hemos estado haciendo noche de pelis. Me ha mantenido la mente despejada un buen rato. En las mañanas ahora lo que hacía era mantenerme distraída, sin mucho qué pensar. Estar haciendo algo me mantiene la mente ocupada.

LASCIVIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora