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STELLA

Mi corazón está muy acelerado. Sigo sintiendo su respiración chocar con la mía. Nuestros labios se están rozando y ya siento que estoy volando en las nubes.

¿Qué me está haciendo?

No me ha besado y ya me tiene flotando en nubes, haciéndome sentir mariposas en el estómago... aunque ya he escuchado de qué se trata éste sentimiento.

Cierro los ojos y espero.

Al parecer, está esperando. ¿Esperando qué?

Ya le dije que sí.

Sí quiero que lo haga.

Pero entonces lo hago yo. Junto nuestros labios en un beso que al parecer se me hace suave. Mierda, nunca había hecho ésto, nunca besé a nadie. Ni siquiera tuve amigos de niños, de adolescente... Constantine es el primero. Al que considero amigo, al que beso por primera vez...

Siento una mano del demonio posarse detrás de mi nuca y es entonces cuando el beso se vuelve más largo y feroz. Le sigo el ritmo lo mejor que puedo, las piernas me tiemblan cuando siento su otra mano entre mis muslos, mi cuerpo vibra...

—Ah—gimo.

Me ha mordido el labio cruelmente pero me gustó mucho. Quiere volver a besarme pero me separo por aire. Siento mis mejillas rojas, creo que hay mucho calor en el auto, que estamos en fuego y quiero salir corriendo. Lo sentí muy intenso. Él es intenso. Tenía mi corazón latiendo lento ahora, muy lento. Y estaba reviviendo el momento una y otra vez en mi mente.

Fue...

Wow.

Sentía mis labios hasta hinchados. ¿Lo habré hecho mal en algún momento? Muerdo mi labio inconscientemente.

—Stella... no hagas eso.

Me giro para mirarlo.

—¿Ha–hacer qué?

Sus ojos son dos esferas azules muy radiantes. Demuestran excitación y deseo, justo en este momento.

—Morderte el labio—susurra.

—Ah.

Nos quedamos en silencio.

—Me tengo que... ir. Nos vemos mañana—abro la puerta del auto y antes de bajarme, me detiene.

—¿Podemos salir mañana a cenar, en mi casa?

¿Mañana, en su casa?

Huele a sexo, pienso.

Y tal vez.

—No Stella, no es...

—¡CONSTANTINE! ¡Te dije que no hicieras eso!—hablé molesta, mirándole con mi cara molesta.

Me sonríe apenado.

Sí, claro. Sobre todo apenado. Maldito demonio chismoso.

—Se me hace un poquito difícil no hacerlo—Junta dos dedos que mantienen una poca distancia, mostrándome que en vez de ser un poquito es un poquito mucho.

Ruedo los ojos.

—De acuerdo, está bien—sus ojos saltan de felicidad en cuanto respondo—. Acepto cenar mañana contigo en tu casa—termino.

—Pf, me había emocionado—suelta una ligera risa que me hace sonreír.

—Espero que no sea allá abajo en el Infierno—bromeo—, sería lo último que quisiera, la verdad.

Sonríe más de lo común.

—No lo será.

No sé, pero como que todo se puso tenso la verdad. Me despido de nuevo, y sigo mi camino a la casa. Abro la puerta y escucho a mi madre tarareando una canción, se aparece por la sala sosteniendo un libro y sus lentes. Repara en mí y sonríe.

LASCIVIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora