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STELLA

El corazón se me acelera al darse cuenta que estoy llegando súper tarde y los nervios incrementan.

—Permiso, permiso... ¡Joder!

Suelto un sonoro resoplido. Hoy día lunes, hay una aglomeración de personas por todos lados y los taxis,al parecer el día de hoy no están disponibles para mí. Cada que paraba alguno estaba ocupado, llevaba alguien atrás o tenía que recoger a otras.

Me tuve que venir caminando desde la urbanización hasta acá. Los pies me duelen, por apresurar el paso y de paso en mitad de camino casi caigo en un hueco y me doblo el tobillo. Nunca he utilizado tacones y para el día de hoy tenía qué.

Constantine me pidió que me arreglara con clase. Anteayer salí a comprarme un traje que me pareció perfecto para el trabajo.

«Susodicho trabajo»

Una pizca de alegría se asomó en cuanto observé el edificio. Apuré más el paso, estaba llegando súper tarde y tenía miedo de la reacción del demonio. Me pidió que llegara temprano y es lo menos que pude hacer.

Hay un vigilante en la entrada al edificio y muestro el carnet que me dió Constantine, que contiene mi nombre y mi posición en el trabajo. El vigilante me deja pasar, y yo me encamino a los ascensores. El reloj de mi muñeca marcan las 9:15 am.

Yo tenía que estar aquí a las 8 en punto. Siento que una gota de sudor baja por mi frente. Joder, joder...

Las puertas del ascensor se abren y menos mal está vacío. Marco el número 16 que es la planta en donde me están esperando seguramente, y espero impaciente. Mi pierna se mueve frenéticamente por el miedo.

Es mi primera vez en un trabajo. No terminé de cursar el Instituto, ¿y tengo un trabajo? Maldito demonio. Aunque sea agradezco que me haya enseñado lo que tengo que saber y diré el día de hoy.

O quizá no, para la hora en la que llego.

Las puertas se abren y hay alrededor de diez cubículos y en cada cubículo una persona trabajando. Hay una recepción dónde hay una chica atendiendo y me acerco allí, con una sonrisa amable.

—Buenos días. ¿El señor Constantine Agatone?

—¿Es usted la señorita... Stella, Stella Moritz?

—Sí, soy yo.

—La esperan en la Sala de Juntas hace una hora. Siga derecho por éste pasillo y gire a la izquierda. La primera puerta que vea—me explica y luego sonríe—. Buena suerte.

Le doy una sonrisa amable y luego un pequeño audible «gracias». Me dirijo a la Sala de Juntas y ya enfrente a la puerta, me lleno de valentía y la abro.

Cinco pares de ojos reparan en mí. Paso saliva y busco con la mirada a Constantine. Su rostro se muestra inexpresivo y no sé cómo sentirme.

Realmente, siento que me va a pasar un camión por encima, que me van a masticar y luego me van a...

—Buenos días, señorita Moritz—dice.

Su voz suena un poco molesta.

Termino entrando a sala, y cierro la puerta detrás de mí.

—Buenos días a todos, lamento la tardanza, vine a pie de donde vivo y...

—Señorita Moritz, siéntese—ordena y obedezco.

Una silla disponible está en el medio de dos hombres y me siento ahí, incómoda y nerviosa.

—La señorita Stella Moritz es mi nueva socia. Me ayudará en el área de nuevas ventas y compras. Denle la bienvenida y...

LASCIVIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora