03

44.6K 2.3K 1.9K
                                    

Una semana después

STELLA

Constantine venda mis ojos con una cinta negra,para que no logre ver nada.

—¿Por qué vendas mis ojos?

—Ya te lo dije, Stella. Es una sorpresa.

Frunzo el ceño.

Es incómodo tener una venda que no me deje ver nada, estando a prácticamente a su merced, porque estoy segura que viajó más de una hora para traerme a este lugar y aún no sé dónde estoy.

No puedo evitar sentirme desconfiada.

—No me gustan las sorpresas. —refuto.

Escucho a Constantine soltar un sonoro resoplido.

—Tendrás que acostumbrarte a ellas entonces.

Mi ceño se frunce aún más.

—¿Estás lista?—me pregunta y solo asiento—, dame tu mano. Te guiaré, camina con sumo cuidado Stella, no te apresures.

Ruedo los ojos cuando dice lo último. Estoy desesperada, angustiada y un poco ansiosa por saber qué es.

Ha pasado una semana y sinceramente ir conociendo a un demonio no ha sido nada fácil, no ha dejado de aparecerse así por así, y simplemente, creo que tendría que acostumbrarme.

Carajo.

Me he dado cuenta que Constantine es un demonio muy interesante, inteligente, perspicaz y muy molesto. Estar junto a él e ir conociendo como es, me causa cosquillas en todo mi cuerpo y estómago.

—Vienen unas pequeñas escaleras, baja con cuidado, eso...

Su agarre es firme,cuidadoso e inquieto. No sé porqué, pero me parece que Constantine está algo nervioso por mantener una de sus manos en mi cadera y la otra agarrando firmemente mi mano izquierda.

Constantine se detiene y yo le sigo.

—Llegamos.

—¿En dónde estamos, Constantine?—me escucho desesperada y fastidiada.

Constantine se ríe por ello y yo solamente ruedo mis ojos.

Definitivamente detrás de estas venda no logro ver absolutamente nada.

—Ya verás, preciosa—Escucharlo decirme «preciosa» hace que me sonroje sin poder evitarlo.

Constantine se mueve y se posa detrás de mi espalda, para desatar la venda, y solamente justo en este momento, es cuando me desespero más por saber donde carajos estoy.

Siento el nudo deshacerse pero Constantine aún no ha sacado la venda por completo de mi rostro y mantiene una fuerza justa para no hacerme daño.

—¿Estás lista?—me pregunta.

-¡Si, carajo, sí!

—Eres muy inquieta, Stella—me susurra en el oído antes de soltar la venda.

Lo que se muestra ante mis ojos es imposible de creer. Parecía un sueño, una alucinación, un delirio, pero no lo creía cierto. Por otra parte quería descuartizar a un demonio que seguramente en 0.1 segundos cortaría mi garganta. Justo enfrente de mí, había una gigantesca casa de tres pisos, de color azul cielo, blanco y beige, con ventanales en el segundo piso, donde se veía una bonita sala de estar quizá, una biblioteca...

—Joder—murmuro.

Estaba impactada.

Y molesta.

Constantine estaba a mi lado y me volteé enseguida, para observar esos ojos azules enigmáticos con mis ojos avellanas enfurecidos.

LASCIVIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora