2. Tengo pies para caminar

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Capítulo 2:

Tengo pies para caminar.

***
Segundo día aquí:

La abuela Sarah nos colocó una alarma en nuestras habitaciones para despertarnos antes de las 7:00 AM.

¿Razón?

¡Ni idea!

—¿Por qué tuvimos que levantarnos?

—Levantarse temprano es sano y quiero que todos se encuentren llenos de salud.

—¿Pero era necesario ponernos una alarma con gritos de horror?

—Quise darle dramatismo a la situación.

Marina llega a la cocina con cara de cadáver.

—¡Ay Dios!—grita mi abuela.

—¿Qué sucede?

—Te ves preciosa, Marina.

Cierro los ojos con disimulo y escucho que aplauden a mi par.

—¡Nada de volver a dormir!

—Pero...

—Sol...

—Bien, entonces creo que saldré al patio.

—Ese es el entusiasmo que quiero.

Sonrío de forma fingida y me encamino afuera mientras bostezo.

—Buenos días.

—¡Ah!

Pongo una mano en mi pecho y observo al chico de la noche anterior.

—¿Tú de nuevo?

—Mi nombre es Dean, y te recuerdo que me quedé durmiendo.

—Se me había olvidado.

Tomo asiento en una de las sillas de madera que se encuentran en el patio.

—Así que Dean...

—¿Si?

—¿Hace cuánto trabajas aquí?

—Hace ya un tiempo.

—¿Y por qué no sabía de tu existencia?

—Quizá porque nunca vienes a visitar a Sarah.

Pongo una cara de poca amabilidad mientras Dean desaparece por un rato.

—¿Simplemente desapareces?

—No, solo buscaba esto.

A pasos lentos deja una bicicleta frente a mi.

—¿Y eso?

—Es una bicicleta, ¿no las conocías?

—Obviamente sé qué es una bicicleta, ¿pero para qué?

InefableWhere stories live. Discover now