27. ¿Qué tenemos entonces?

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Capítulo 27:

¿Qué tenemos entonces?

***

Me enredo con Encantador cuando doy pasos cautelosos hacia afuera.

—¡Casi me matas!—lo miro—, sí eso pasa ya no tendrías comida, ¿sabes?

Encantador solo bosteza y camina hacia dentro de nuevo.

—¡Eso fue grosero!

Una risa ronca toma mi atención y me encuentro con Dean mirándome de forma divertida.

—¿Ahora te dedicas a regañarlo?

—Bostezó cuando le dije algo importante, ¿no lo viste?

Dean solo aprieta los labios y lo veo removiéndose un poco, como sí su mente no encontrara las palabras adecuadas para decirme algo.

—Te veo raro, ¿pasa algo?

—¿Te llegó mi nota?

Saco un trozo de papel de mi bolsillo y asiento mientras lo leo.

—Sol, ve al jardín—me aclaro la garganta—. Pd. Soy Dean, jeje.

Dean frunce el ceño y niega.

—No volveré a decirle a Rick que me haga favores como redactar notas.

—¿Se puede saber para qué estoy acá a las diez de la noche?

—Sígueme.

—Espera... he visto esto antes, ¿vas a enterrarme viva?

—Ya entiendo por qué me golpeaste con un paraguas cuando me conociste, estás un poco paranoíca.

Lo sigo al jardín y llevo una mano a mi pecho cuando veo una mesa redonda con una silla a cada lado, como una cena romántica.

—¿Estás bien?, no dices nada.—me señala.

—Esto...

Recuerdo uno de los puntos de mi diario:

Curiosamente hoy miré una película en donde los protagonistas tenían una cena y brindaban con copas, por un instante pude sentirme algo envidiosa al ver los detalles que suelen tener los personajes ficticios.

¿Acaso estoy condenada a esperar que un detalle así me pase y morir en el intento?.

Bien... a la persona que llegue a robar mi corazón: me gustaría una cena romántica, solo él y yo, bajo la oscuridad de la noche y quizás algunas linternas alumbrando para no perdernos ni un tan solo detalle del otro.

—¡Ay por Dios!—salto—, esto estaba en mi diario, lo escribí hace un tiempo.

—Y punto para mi de nuevo.

Se acerca y separa una de las sillas para sentarme, después la vuelve a acercar para dejarme cómoda en la mesa.

—¿No es riesgoso que estés haciendo fuerzas?—pregunto.

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