Un año recuperándose de un terrible accidente, uno que marcó un antes y un después en la vida de Verónica Lodge.
Un año desde que la vida como la conocía había desaparecido y en los que había tenido que adaptarse poco a poco a la realidad que ahora...
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(Christian Moore en multimedia)
—¿Vas a volver mami? Siempre vuelves. —Enfoca en mi otra vez sus ojos grises y saltones. —Tenía miedo cuando te fuiste a Italia, pero siempre vuelves ¿No?
—Mamá siempre vuelve.
Me detengo un segundo y apoyo las manos en las frías paredes de aquellos pasillos, las lágrimas se acumulan en mis ojos y siento tanta presión en el pecho que no se si podré soportar.
—Verónica. —Christian se acerca a mi sin tocarme, es su manera de decirme que debo afrontar estos ataques sola.
—En unas horas... Tienes cambio de turno. —Detengo mis palabras y lo miro a los ojos agitada. —Quédate conmigo...
—Sabes que no haré eso, anda. —Se hace a un lado para que siga con mi camino, pero lejos de hacerlo me dejo caer con una mano en el pecho justo encima de mi corazón.
—Christian... —Las cosas me dan vueltas y el dolor se agudiza.
—No estás teniendo un ataque al corazón... mírame. —Me toma de las mejillas y empiezo a temblar.
Me toma entre sus brazos, acaricia mi pelo y me mece entre ellos como si aún fuera una bebé.
—Extraño a mi hijo, le prometí que volvería y ahora estoy como la mierda tirada en el suelo de un hospital siendo la sombra de lo que era, no quiero que nadie me vea así ¡Me estoy volviendo loca Christian! —Mis sollozos son más notorios y el lejos de detenerme me apega a su pecho. —Hay un pequeño allá afuera que necesita a su madre, que estuvo años al lado de una mujer debatiéndose entre la vida y la muerte, y que por fin logró vivir... pero la volvió a perder porque ahora no puede ni verla. ¡No sé quién es! ¡No lo recuerdo! ¡No lo conozco!
Él se levanta conmigo en brazos sin decir una sola palabra. No me mira y en en estos momentos en los que no lo entiendo en lo absoluto.
—Solo un día... un día más. —Le suplico cuando me deja de pie sobre el suelo frente a la sala donde tomaría las terapias, pero esta vez estaba completamente vacía salvo el psicólogo de siempre. —¿Y los demás?
—Es hora de que enfrentes las cosas. —Me hace acercarme un poco más a la puerta y puedo ver a Jared de espaldas a nosotros.
—Christian por favor... te lo suplico yo no... —Mis ojos se empañan y es cuando su voz llama mi atención.
—Mamá no va a venir, ella me odia. —Christian traga en seco y yo siento como el mundo se me viene encima, el corazón se me hace trizas y mis lágrimas humedecen mis mejillas.
Christian se aleja sorbiendo su nariz, aunque no pude distinguir si lloraba o simplemente lo hizo porque sí.
—¡Oh, Verónica! No sabíamos que estabas aquí, pasa por favor.
