Un año recuperándose de un terrible accidente, uno que marcó un antes y un después en la vida de Verónica Lodge.
Un año desde que la vida como la conocía había desaparecido y en los que había tenido que adaptarse poco a poco a la realidad que ahora...
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Abro mis ojos y no veo a Christian por ningún lado, no es como que quiera levantarme y me siento de un humor de mierda.
Estoy cansada de creer que me estoy recuperando y notar como cada rayo de felicidad se va al caño en un dos por tres.
Miro al techo de la cabina en donde reposa aquel espejo enorme y aparto un poco las sabanas. No se nota... no tanto...
Paso las manos por mi rostro y me obligo a levantarme, cepillar mis dientes, ducharme y vestirme entre otras cosas.
Al acercarme a la puerta escucho risas en la planta baja y una de ellas es más que conocida.
Con un semblante serio bajo las escaleras, Jared juega con los perros, Christian habla con Leanette y mi madre está histérica porque los perros literalmente son casi más grandes que su nieto.
Todos de un momento a otro se quedan callados al verme y Christian se levanta del sillón casi corriendo con su bastón en mano.
—Princ...
—No. —Levanto mi mano para callarlo y paso de ellos caminando hasta la cocina, tal vez sean las hormonas, pero no estoy lista para que todos hablen de mi embarazo.
—Vero... —Acaricia uno de mis brazos con su mano libre y deja besos cortos en mi nuca.
—Christian déjame en paz... —Suspiro.
—Devora me dijo que amaste el pollo empalizado que comiste ayer... eso ordené que hicieran para ti. —Se aparta de mí. —Solo quiero que sepas que estoy feliz por los dos...
Sale a pasos lentos de la cocina y Devora se acerca a mi sin decir nada extendiendo un pedazo pequeño de pechuga empalizada a la cual no me puedo negar. La muerdo y es como estar en el mismo paraíso. Ella sonríe cuando me ve más calmada. Curioso como algo tan simple mejora las cosas...
Me siento horrible por la forma en la que los traté a todos ahí fuera pero ahora mismo necesito estar en un lugar en el que las personas no hablen de mí, y menos de mi estado y ese lugar es la cocina.
Los chefs están tan ocupados en procurar que las salsas, arroces y el pollo no se quemen que no tienen ni tiempo en pensar en otras cosas.
Jared entra en la cocina jugando con sus dedos mientras me mira algo asustado sin saber si hablarme o no, este niño siempre termina rompiéndome.
Saca de sus bolsillos un pequeño corazón rojo de papel y me lo extiende, al tomarlo sale despavorido no sin antes dejar algunos más por el camino.
Cuando los detallo todos tienen un número siguiendo una secuencia, voy tomándolos todos hasta llegar otra vez a la sala en donde todos tienen uno en la palma de sus manos.
Suspiro mirando a Jared quien toma asiento al lado de Moore.
—Jared...
—Christian dijo. —Lo manda al frente de inmediato y Christian lo mira dándole un zape en la cabeza.
