Muérdago

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Suspiró por tercera vez.

Odiaba estar rodeado de tanta gente.

-Dean ¿por qué estamos aquí?-

-Es Navidad Cas, es obvio que estamos de compras navideñas.-

-Pero hay mucha gente- volvió a protestar.

-Ellos también están de compras navideñas.-

Echó un vistazo al resto de la gente.
Todos moviéndose apurados mientras llenaban los carros con cantidad de cosas.
Los humanos buscaban cualquier tipo de excusa para comprar sin parar.

-¿Por qué estoy yo aquí?-

-Por que necesitas contagiarte un poco del espíritu navideño.-

Lo miró entre alarmado y confundido.

-Dean yo no puedo contagiarme, los ángeles no nos enfermamos. Además, los espíritus tampoco se enferman. No sabia que hubiera un espíritu de la navidad. No debes bromear sobre los espíritus Dean.-

Una señora que pasaba al lado suya empujando un carro murmuró algo acerca de la imaginación de los jóvenes de hoy en día.

-Da igual Cas, mejor olvida lo que dije-

Asintió sin entender muy bien por que debería olvidar la conversación.

-De todos modos, ¿vosotros no celebráis el nacimiento de Jesús allá arriba?- Vio al cazador señalar con un dedo hacia arriba.

-No Dean, nosotros no buscamos cualquier oportunidad para montar una fiesta. Eso es cosa de los humanos.-

El cazador rió acostumbrado a la característica sinceridad del ángel.

-Sigamos con esto- empujó el carro y se dirigió a un pasillo con Cas siguiéndole mientras miraba los estantes con curiosidad.

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Ya de vuelta en el búnker colocaron todos los adornos y los amigos habían empezado a llegar.
Eran pocos, pero a Dean y Sam les parecían suficientes después de casi una vida entera sin nadie con quien celebrar.

Cas dejó de quejarse cuando vio a Dean sonreír. Puede que hubieran merecido la pena las dos horas en aquel centro comercial.

Sam también parecía animado.

Fue hasta la cocina a buscar el pie de manzana que Bobby había traído para Dean.

Cuando se giró con el pastel en la mano se sorprendió de ver al Winchester justo detrás de el.

-¿Buscas algo?-

Dean señaló el pie.

-Oh, lo iba a llevar ahora-

Entonces escucharon un chillido desde la puerta de la cocina.

Casi se le cae el pastel, Dean no le perdonaría.

-¡Estáis debajo del muérdago!- Esa era la voz de Charlie.

Levantó la mirada y vio dos hojas colgadas del techo.

-¿Qué hace eso ahí Dean?-

Al no recibir respuesta decidió mirar al cazador.
El rubio tenía un leve sonrojo en las mejillas, algo extraño en él, mientras desviaba la mirada hacía otro lado.

-Es una especie de tradición.-

-¿Colgar hojas del techo es una tradición?-

-Ya sabes Cas, cosas de humanos-

Asintió, los humanos no dejaban de sorprenderle. Aún así le encantaba aprender más cosas sobre ellos.

-Tenéis que besaros- volvió a prestar atención a Charlie.

-¿Por qué?-

-Por que así lo dice la tradición

-Oh-

-Cas no hace falta que lo hagas si no quieres-

-Pero...-

-Nada de peros Charlie-

Miró en silencio como Dean le daba el pastel a Charlie para que lo llevara a la mesa. La pelirroja se marchó haciendo un puchero bastante gracioso.

Volvió a prestar atención al muérdago, pensativo.
En realidad, seguir las tradiciones humanas era algo que le fascinaba.
Siempre aprendía algo nuevo de esas curiosas criaturas.

-Dean-

El otro se acercó a él.

-Dime-

-¿Estas seguro de que es una tradición humana?-

-Si, pero no hace falta que...-

Le besó. Un beso corto como el que había visto en alguna pelicula que no recordaba.Tan solo un roce de labios.

Sonrió cuando se separó. Estaba deseando aprender más cosas sobre los humanos, eran fascinantes.

-Me gustan las tradiciones humanas- Asintió mientras volvía al salón.

Además, Dean sonrojado era algo lindo de ver.

Cosas de humanos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora