(¡EN EDICIÓN!)
Namjoon y Jin no esperaban tener tanto chamaco, pero a final de cuentas así pasó. Una familia divertida, desastrosa, numerosa, inigualable y, sobre todo, amorosa.
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Un baño calientito fue lo mejor que le pudo haber pasado.
Jungkook se metió a la tina y a Riki también. Mientras tallaba el cabello de su hermanito, Riki jugaba con un patito y un carrito en la tina.
Algo tierno de ver.
Se secó y vistió, después hizo lo mismo con el pequeño niño que esperaba paciente en el agua.
- ¿A dónde vamos? - Riki miraba cómo su hermanito preparaba otro té de manzanilla.
- A hacer las compras. - respondió simple. - Listo.
Jungkook llevaba una mochila, donde cargaba un vasito con té, un tupper que tenía manzana verde picada en trocitos y por las dudas llevaba un cambio extra; no quería que si Riki llegaba a vomitar se manchada su ropita. Y si, todo eso llevaba solo para comprar algunas cosas en el supermercado.
- ¡Vamos! - Riki alzó sus bracitos por la emoción. Sus papis casi nunca lo llevaban de compras y era el día en el que Jungkook sabría el por qué.
Los dos hermanos iban saliendo de casa, cuando una voz conocida les llamó.
- Hola, chicos. - Youngjae dijo fuerte por la distancia que separaba ambas casas. - Vengan. - hizo un movimiento con su mano.
Los dos Kim fueron sin rechistar.
- Buenos días, señor Jung. - Los pequeños, según Youngjae, hicieron una reverencia.
- ¿Por qué no están en la escuela? - pregunto después de haber correspondido el saludo.
- Riki se sentía mal del estómago y decidí quedarme a cuidarlo, de hecho, vamos a hacer la compras para que pueda comer algo ligero. - Jungkook sonrió.
- Que lindo hermano. - Youngjae dijo con ternura. - Iba a la escuela de mis hijos, ¿quieren que los deje de paso? - Youngjae abrió la puerta de los asientos traseros.
Jungkook dudó, no quería molestar y tampoco se quería meter al coche de un desconocido; pero tampoco quería caminar más de dos kilómetros.
- C-claro.
- Entonces, suban. - Youngjae espero y cerró la puerta, después se metió al asiento del conductor y emprendieron camino.
Fueron como cinco minutos los que tardaron, Jungkook se despidió después de agradecer y bajó a Riki con él.
Era hora de comenzar el martirio que sus padres jamás mencionaron acerca de Riki.
Bien, empecemos con un pequeño resumen. El pequeñín comenzó a llorar en cuanto entraron, puesto a que Jungkook le advirtió que no comprarían nada que no estuviera en la lista que elaboró, después siguió con el berrinche al ver que su hermano cumpliría su palabra.