III| DESENGAÑO

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BESTIA

ʚ•ɞ

(Londres - Inglaterra)

Albemarle park.

Diciembre de 1799...

Arrepentimiento.

Las idas y venidas.

Los años de dedicación, en conjunto con el esfuerzo.

Absolutamente todo tirado por la borda como si su tiempo, a la par de sentir no hubiese valido un mísero chelín.

Una sola cosa.

Una única infeliz petición, y no pudo cumplirle como él lo hizo desde el inicio.

No tenía ningún derecho a robarle ese momento.

Era su venganza, las ansias de verlo sufrir, de advertir tras años de amargura como se revolcaba en el dolor.

Ese sentir que lo llenaría de satisfacción, pero ni siquiera consiguió apreciar la exhalación de su último suspiro, porque la carta llegó casi dos semanas después, y el cuerpo fue enterrado en España por petición expresa de una persona que conocía demasiado bien.

Ese malnacido tuvo un final del que él hubiese deseado ser responsable.

No ella.

No Luisa de Borja.

Esa mujer que con el paso del tiempo se convirtió en su todo, y en ese momento solo se reflejaba en atisbos de nada.

Tanto que dio por su alma.

Cada maldito sacrificio.

Lo que arriesgo para mantenerle a salvo.

Todos los sentimientos que se obligó a silenciar para tenerle de alguna manera cerca.

Las veces en que resistió el impulso de siquiera mirarle dos veces.

Como poco a poco ella se internó en cada parte de su ser con todas las atenciones.

La manera en la que lo entendía y escuchaba, las veces que le prometió que estaría para el siempre.

Esos labios que fueron su perdición, pero que se tragó el sentir porque no era reciproco.

Y nunca lo seria.

Él pudo dar la vida por ella, por sus hijos.

Lo hubiera entregado todo.

Porque eso era en lo que se convirtió aquella dama.

En lo único bueno que pululaba a su alrededor.

Un absoluto que con excusas vacías sencillamente le rompió el corazón.

Y dolía más que cada maldito signo de maltrato que tenía en su cuerpo.

Ni las cicatrices que poseía en cada extremidad, le originaron tanto padecimiento como lo que esta le hizo.

Traiciono su confianza, rompió el acuerdo.

Y ahora...

Quedo vacío, sin ilusiones de poder siquiera advertirla de frente nuevamente.

Había perdido a su familia, a una parte importante de su vida, y eso lo tenía hecho pedazos.

Fue un error conocerle.

Acercarse en primera estancia.

Dejarse invadir por la curiosidad que le profería.

Resguardarse en la excusa de tener algo en común, como la erradicación de un mal.

EL CORAZÓN DE LA BESTIA (EL LOBO DE ALBEMARLE) *INADECUADOS 1Where stories live. Discover now