XXXIX| JUGADA

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Por fa leer la nota al final del cap.

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¿?

Le había costado, pero al final estaba teniendo esa pequeña apatía divina para poder resurgir entre las cenizas.

La oportunidad que necesitaba para alcanzar lo que tiempo atrás se le hizo tan esquivo, y ahora era una realidad.

Nadie se imaginaba lo que estaba ocurriendo, y el factor sorpresa era determinante para su siguiente movimiento.

Aun le quedaban cartas por jugar, y aunque le desagradara y le recorriera por las venas el rencor burbujeante que intentaba que la racionalidad se extinguiera de su cuerpo, tenia que se objetivo.

Había logrado lo más importante, no se podía simplemente asustar con la piel cuando el tigre estaba agonizando.

Por eso, estaba dictando lo que sería su pase a la victoria.

La misiva propicia al sujeto que debía de mandar a matar, pero no era tan estúpido para dejarse gobernar por el rencor cuando toda acción trae consigo una reacción.

No era su manera de justificarlo, solo era atar cabos, y recordar porque era que a duras penas podía hablar y moverse, tras un par de años tortuosos.

Un milagro que no tiraría a la basura albergando rencores absurdos, cuando podia saldar cuentas en su debido momento.

—¿E... eta todo, tal cual lo... lo pre... ci? —lo pudo terminar la frase, porque se le acumuló la saliva en la boca, y la lengua se le enredó.

El sirviente corrió a limpiarlo, pese a que trató de manotear torpemente para que no lo tocase, fracasando en el proceso, porque los brazos le pesaban y las manos andaban por libre.

No servía para una puta mierda.

Respiró profundamente mientras las lágrimas se le agolpaban en los ojos, siendo consciente que era de pura rabia.

Nunca había sido un sensiblero, y ahora no iba comenzar con sentimentalismos baratos, que no otorgaban eso que tanto anhelaba.

El poder.

La dama.

Su mujer.

Carraspeó cuando fue puesto en la almohada, mientras su ayuda de cámara regresaba por el papel que segundos atrás estaba garabateando.

Dobló la hoja y la selló sin necesidad de que la firmase, porque con el contenido no era necesario.

Estaba especificado en pocas palabras quien era, que poseía lo que necesitaba, otorgándole el lugar y que eso era suficiente para que se ayudasen mutuamente, después de todo habían sido amigos entrañables.

Por los viejos tiempos.

Al no obtener respuesta de su pregunta carraspeó, haciendo que su ayuda de cámara recordase y bajara la cabeza apenado.

—Alles bereit, Herr —soltó tratando de mostrarle el papel, el cual ocultó cuando se escuchó la manija mover y al instante la puerta ceder.

La tensión en el ambiente se hizo palpable cuando el aire se vio impregnado de supremacía, consiguiendo que estar quieto fuese una tarea titánica.

Él debía ser quien reinase en esos momentos.

Ser uno de los hombres que estaba andando a su alrededor despachando al lacayo para quedarse a solas con su estampa, pero simplemente no podia mostrase todavía.

EL CORAZÓN DE LA BESTIA (EL LOBO DE ALBEMARLE) *INADECUADOS 1Where stories live. Discover now