43 | Esa charla.

664 61 5
                                    

¡Doy por inaugurado el maratoooon!

Mallory

Desperté entre los brazos más calorosos pero más cómodos del mundo. Abrí los ojos asfixiada por todo, sintiéndome desfallecer, pero al ver su hermoso rostro tranquilo me calmé irremediablemente.

Es que con esa carita no puedo enojarme.

Podía morir ahí feliz siendo él lo último que vea. De acuerdo, me calmo. Las hormonas habían estado mas histéricas que nunca esos últimos días por no sentir su cercanía ni por las noches.

Alejé su cuerpo lentamente hacia el otro lado de la cama. Cuando me vi libre aproveché para tomar su anterior postura y cernirme sobre él, metiéndome entre sus brazos, la diferencia es que tenerme encima para él no era más que tener una pluma.

Me regodeé contra él sintiendo su tacto, su aroma y su presencia, que para mí eran únicas, literalmente.

Suspiré por la satisfacción que me creaba sentirlo así, tan cercano y tan pacifico, como si el mundo no existiera y solo fuéramos nosotros dos entrelazados bajo las sabanas. Cuanto daría porque fuera así de fácil, pero esas fantasías tenían que irse de mi mente, entender que no sería posible.

Su suave caricia en mi hombro me hizo levantar la cabeza para atraparlo mirándome con dulzura.

—¿No estabas dormido? —pregunté indignada.

—Solo quería sentirte un poco, así relajado.

—Pues casi me asfixias, ten más cuidado —lo regañé.

—Perdón, simplemente no puedo resistir la necesitad de estar sobre ti —admitió sonriendo, con claras dobles intenciones

Mi cara irremediablemente se prendió como un semáforo por tan directas palabras.

Oh, por la diosa Luna.

Él jamás me había dicho algo parecido. Hasta ahora nuestra relación se había basado más que nada en mimos y caricias superficiales. No es como si no estuviera consciente de que algún día seria más que eso, pero mi cerebro había decidido ignorarlo hasta que pudiera.

Mi silencio le dio a entender incomodidad por mi parte, haciendo que se alejara un poco de mí, dejándome a un lado en la cama. No era lo que sentía, más bien era vergüenza y un poco de distancia a lo desconocido.

Él se levantó de la cama dejando su abdomen al descubierto, ese en el cual me gustaba dormir como un koala abrazada a su bambú. Me sentí idiota por un segundo, era Alex, mi mate.

Me puse de rodillas en la cama y atrapé su mano para evitar que se fuera. Lo tomé del rostro y lo besé con pasión, demostrando mis sentimientos, mi amor, y que él no tenía nada que temer sobre ellos.

Al separarnos me sonrió y abrazó más fuerte, pegándose a mí. Al parecer había entendido el mensaje.

Solo necesitaba más tiempo. Me dio un último beso antes de dirigirse al baño, pero con una actitud diferente, había logrado cambiar el mal momento antes vivido.

Me estaba terminando de hacer mi recogido cuando miré a Fynn entrar por el closet a través del espejo.

—Buenos días —saludé aun concentrada en mi labor.

Me contestó despacio antes ir directo al baño y encerrarse. Fruncí el ceño y giré a ver la puerta por donde se había perdido. Alguien andaba de mal humor. Lo deje pasar y seguí con mis zapatos.

Hoy era el día de la sesión de fotos de la generación en la escuela. Faltaban solo un par de días para la graduación y el último baile. Mentiría si dijera que a pesar de todo no estaba emocionada, pero el estado de Kerstin no me dejaría disfrutar con ella lo que tanto habíamos planeado desde pequeñas.

Maldición FraternalWhere stories live. Discover now