48 | Hay algo en ti, algo que siempre me atrae.

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Mallory

Ariana se quedo paralizada en la entrada, su cara perdió color y la preocupación emanaba de ella.

—¿No querías recibir a tu padre? —pregunto el señor Bellerose con tono molesto.

Ariana inmediatamente bajó la vista al suelo, y se encogió en si misma, adoptando una postura sumisa.

—Lo lamento, no tenía idea de que venía —aseguró en su defensa.

—Pero no querías bajar, que estabas enferma, yo te veo muy bien. —Le estaba reprochando.

—Me dolía un poco el estómago —Se apresuró a encontrar una buena mentira, para darle más firmeza se tomó el vientre—. Ya estoy mejor.

El hombre escrupuloso la escaneo detenidamente, queriendo encontrar la mentira. No supe si la encontró y la dejo pasar o si pasó realmente desapercibida, pero él decidió cambiar de tema.

—Tu madre y yo hemos escuchado rumores de que hay un mal acechando por aquí y no se ha logrado eliminar —explicó como un reproche mientras miraba por el rabillo del ojo a Alex, juzgándolo, diciendo que no estaba haciendo suficiente—. No queremos que te pase nada.

Ella giró su mirada en el momento que escucho "madre", al parecer no había notado la presencia de la señora Bellerose en el sofá, quién se levantó para ir abrazar a su hija.

—Te extrañé, mi niña —susurró feliz mientras la apretaba fuerte.

—También yo, madre —correspondió feliz de tenerla con ella a pesar del mal rato.

—Bueno, quisiera conversar sobre este mal que no han podido erradicar —volvió a traer el tema el señor Bellerose.

Alex se notaba incómodo, pero asintió con la mandíbula tensa y le señalo el camino al despacho. Ambos se fueron por esa dirección. Era irónico ya que Alex no le debía nada al padre de Ariana, pues no tenían una relación, pero el señor creía seguir teniendo la autoridad de un suegro.

No me agradaba, sabía que tenía otras intenciones, pero siendo el padre de la luna oficial, alfa de una de las manadas más fuertes y debido a nuestra alianza, no se podía hacer mucho que digamos.

Damien.

—Vamos, Damien, apurate —exclamó Kerstin animada mientras caminaba por el pasillo hacia la puerta del jardín.

—Cuidado —dije tomándola del brazo para evitar que sus apresurados pasos la hicieran tropezar—. Recuerda que no estás del todo recuperada.

—Pero me siento muy bien —se defendió—. Ya quiero salir, me tienen como prisionera.

—Estas en recuperación —le recordé.

—Bonita excusa —renegó bromeando. Pero aún así la miré mal, ¿no comprendía que tenía que estar bien y lo peligroso que era?

—Solo te estoy sacando 10 minutos para que puedas respirar aire fresco, después regresaremos —le recordé antes de abrir la puerta y dejar que fuera libre por unos instantes.

Ella sonrió felizmente asintiendo y con mini saltitos salió de la mansión. Inhaló fuertemente mientras dejaba que el sol le pegara en el rostro, sonrió abiertamente y empezó a caminar, dejando a la vitalidad entrar en ella.

—No vayas tan rápido, ¿si te tropiezas y no puedo alcanzarte?

—Entonces déjame caer —dijo encogiéndose de hombros aún con su sonrisa. Sonreí con un mal sabor de boca.

—Prefiero aventarme y ser tu colchón antes de verte herida de nuevo.

Ella frunció los labios y las cejas.

Maldición FraternalWhere stories live. Discover now