54 | Perder el control.

473 36 16
                                    

LLEGAMOS A LOS 50K!!! *grita de emoción*

Bueno, he reflexionado mucho, hemos llegado hasta acá a pesar de todo y podríamos llegar mas lejos si esta escritora se pusiera las pilas yo see y es completamente mi intencion en estos momentos.

Tengo justo unos días libres que usare para escribir lo máximo que se pueda. Igual si quieren compartirlo conmigo pueden ir a mi insta @lynesquery mandarme un corazón por mensaje y los agrego a mejores amigos para que vean mis historias jeje estare subiendo el proceso, igual si quieren meterme presión jajaja

Los amoo!!

Iba saliendo de la mazmorra con toda la intención de ir a idear un plan que nos sacara de esto de una vez por todas, cuando fui interceptada por cierta rubia con el rostro desencajado por la preocupación.

—¿Cómo está? —preguntó rápidamente, con sus manos fuertemente apretadas una contra otra en el frente.

Por un momento quise mentirle, decirle que estaba bien y poder quitar ese seño fruncido y esos ojos llorosos. Pero no sería justo, yo quisiera que me dijeran la verdad.

—Está mal —admití con un nudo en la garganta.

Fue como si hubiera pulsado un botón, pues su cuerpo inmediatamente se impuso hacia adelante, con toda la intención de cruzar esa puerta y bajar corriendo las escaleras. La detuve a tiempo.

—Kerstin, no, no puedes —intenté hacer que entrara en razón—. Está mal, está perdiendo la batalla, es mejor no entrar ahí.

—¡Suéltame! —gritó irritada, y hasta enojada, forcejeando con mi agarre.

―No puedes ―exclamé sujetando fuertemente su mano―, es muy peligroso, puede hacerte daño.

―Él jamás lo haría ―contestó convencida.

―No es él, es su lobo, su parte animal que no tiene cabeza para razonar. Por favor, no lo hagas ―supliqué haciendo acopio de mi mayor fuerza.

―Está sufriendo mucho, me necesita― protestó suplicando con la mirada. Podía ver el dolor y la impotencia en los ojos de mi mejor amiga.

―¿Crees que a mí no me gustaría poder aliviar su dolor? ―cuestioné indignada―. No hay nada que podamos hacer, solo encontrar a su mate y averiguar qué demonios está pasando.

―Pero... ―trató de replicar.

―Si bajas y algo te pasa, Damien nunca se lo perdonaría, ¿No crees que es suficiente sufrimiento?

Vi sus ojos indecisos, que iban y venían desde la puerta a mí, intentado decidirse por qué era lo mejor. Su resignación finalmente ganó y su mirada cristalizada se postro en el suelo antes de soltarse bruscamente de mi brazo e irse en dirección contraria.

Mandé guardias a que custodiaran la puerta de las mazmorras, nadie debía bajar por su propia seguridad.

Suspiré agotada de camino al estudio de Alexander, sentía mis piernas temblar, a punto de derrumbarse.

Llegué a duras penas al estudio, pero para encontrarme rostros peores que el mío, nada alentadores.

Varias personas discutían sobre qué hacer o por dónde iniciar, tal parecía que nos tenían acorralados desde diferentes perspectivas.

No sabíamos de qué o quién se trataba, ni dónde estaban, ni de lo que eran capaces. Un punto completamente inexistente, peleando con un fantasma.

Pasado un buen rato en dolores de cabeza y casi la perdida de todo el cabello en la cabeza de Alex y padre, finalmente algo sucedió.

Maldición FraternalWhere stories live. Discover now