12 | Cambiante Oficial.

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—Ay, el vestido es horrible

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—Ay, el vestido es horrible. —Escuché los lloriqueos de Kerstin frente al espejo.

Suspiré una vez más tratando de calmarme repitiendo una y otra vez que era por la transformación, que tenía que tener paciencia. Me dirigí hacia ella para arreglar un poco su cabello.

—Estas perfecta, Kerstin —dije mirando sus ojos a través del reflejo.

—No sé que estaba pensando al elegir este vestido. —Hizo una mueca mientras volvía acomodarlo en la parte de arriba.

—En que te encanto —dije intentado ponerle la peineta—, y que te hacia lucir fantástica, tu misma me lo dijiste ese día cuando llegaste de comprarlo.

—Ya no estoy tan segura.

—Pues yo sí. —La tome de los hombros y la gire hacia mí—. Soy tu princesa y te exijo que dejes de pensar negativamente y empieces a disfrutar tu gran día.

Ella suspiró sin decir nada y volvió a voltearse al espejo mientras yo seguía luchando con sus chinos perfectos.

—Además hoy sabremos quién tiene la razón —dije cambiando de tema, quizá podría desviar su atención un poco.

—¿Sobre qué? —preguntó haciéndose la loca.

—Si nadie te reclama hoy como tu mate habré ganado yo —dije levantando las cejas.

—Si nadie me reclama hoy no significa que mi mate será él —contradijo fastidiada.

—Seria demasiada coincidencia.

—No pasará, Mallory, entiende —dijo enojada.

—Pasará y cuando lo haga te diré que te lo dije.

—Apuesto a que mi mate me reclamara hoy, hay varios chicos en la manada que se pueden transformar esperando afuera a ver si uno de ellos es mi Alma gemela.

—Pero ninguno lo será, yo también te lo apuesto.

—¿Y qué apuestas? —preguntó poniéndose su collar.

—Si nadie te ha reclamado después de dos horas de volver de tu transformación yo habré ganado y bailaras con Damián. —Mi gesto era más que insinuante, ella me miraba seria.

—De acuerdo, si mi mate me reclama antes de esas dos horas habré ganado yo, y tú... besarás a Fynn —dijo con gesto triunfante.

Abrí mis ojos a más no poder, ¿cómo se le ocurría eso?

—¿Qué? —pregunté sorprendida.

—¿No que estabas muy segura de que no iba a pasar? —empezó diciendo retadoramente— ¿Acaso tienes miedo?

Ella estaba jugando conmigo.

—Hecho —dije mirando sus ojos verdes diabólicos, seguramente los míos eran peores.

Maldición FraternalOù les histoires vivent. Découvrez maintenant