46 | Lo resolveremos.

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Ariana.

Me pasé los últimos días algo nerviosa, esperando lo que ya sabíamos que vendría. Fynn y yo decidimos esperar que el celo llegara para dar ese paso. Pero parecía que cada día la espera me mataba de nervios.

O quizá eran los mismos síntomas antes de que llegara lo que me tenían así. Ya que estábamos conectados ambos lo sentíamos aunque no fuera mi celo.

Decidí tratar de ignorarlo hasta que llegara la hora, pero sabía que estaba muy cerca.

Por mientras ayudaba en todo lo que podía, mi trabajo de luna me tenía muy ocupada, más recientemente. Lo bueno era que realmente no era la luna y no estaba conectada a la manada, si no el estrés de todo eso seria otra carga. Por cierto debería preguntarle a Mallory sobre eso, como lo lleva.

Entre al cuarto de Kerstin, que llevaba mejor su recuperación. Ya no se veía agotada, por el contrario una nueva ligerez la envolvía. Pero eso ni eso pudo persuadir a Damien de alejarse de su lado. Varias personas habían tratado de convencerlo de descansar o salir del palacio por un rato para recuperar aire, pero se había negado rotundamente.

Lleve la bandeja de comida hacia la cama donde una ansiosa y hambrienta Kerstin ya se estaba sentando para comer.

—Te traje algunos pedazos de Rouladen, me dijeron que eran tus favorito —le dije a la niña que me miraba como quien descubre un tesoro.

—Oh si, recuerdo que comía tantos hasta que le dolía el estomago —comentó Damien con una sonrisa.

El estaba en un sofá cerca de la ventana tecleando en su celular. Parecía bastante concentrado pero no podía dejar de poner al menos un poco de atención a todo lo que ella estuviera haciendo.

—Pues... no recuerdo su sabor pero se ven deliciosas. —Dio saltitos emocionada, estaba demasiado efusiva—. ¿Quieres, Damien?

No pude dejar pasar la manera tan... ¿cariñosa? ¿melosa? En la que pronuncio el nombre de su protector. El giró a verla aun con su sonrisa.

—Déjame uno —pidió volviéndose a su teléfono de nuevo.

Ella asintió inconscientemente a la nada, y con un tenedor la vi separar uno del grupo hacia la esquina del plato, incluso arrastró un poco mas de salsa del plato hacia él.

¡Aww! Casi muero de ternura en ese instante.

Ellos me recordaban tanto a lo que fui... a lo que fuimos... Charles.

Me di cuenta que hace tiempo no pensaba en él, no solía pensarlo como antes. Me sentí culpable por un segundo, ¿Cómo podría olvidarlo? ¿Cómo su imagen podía no aparecerse en mis sueños y ser lo primero que me viniera a la mente al despertar?

No podía olvidarlo, no le haría eso a él, juré que no lo dejaría ir, y no lo haré.

Mi humor cambió radicalmente en unos segundos entre tantos pensamientos. Le recordé a Kerstin que podría llamarme cuando ocupara a alguien y me dirigí a la entrada, pero mi salida se vio obstruida por Mallory que entraba algo agitada.

—Oh, Ariana, aquí estas —mencionó cuando me vio—. Tal vez quieras ayudarnos a elegir vestidos para las fotografías, por cierto convencí a todos de que vinieran hoy a tomarlas aquí al palacio y los chicos están emocionados.

—¿Y los vestidos que llevaban la otra vez? —pregunté confundida, esos estaban hermosos.

—Con todo lo que pasó, el ajetreo, jaloneos y desesperación se trozaron en algún punto, el mío solo tenía unos rasguños pero el de Kerstin quedo completamente destrozado, así que necesitamos nuevos —terminó de explicar y salió de nuevo para traer tras de ella un perchero con muchos vestidos.

Maldición FraternalWhere stories live. Discover now