Dominante

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Ella hará lo que yo diga, obedecerá a cada cosa que le pida. No importa lo humillante, degradante y vergonzoso que sea; ella lo hará mientras esté dentro del juego. Obedecerá y aceptará cualquier cosa mientras no rebase sus límites y me adorara por eso. 

Ser dominante no es solo dar órdenes e imponerte como él más fuerte y poderoso frente a tu sumisa o pareja. Ser dominante no es abusar como muchas veces se piensa, es una tarea difícil que te enseña el autocontrol y el placer de controlar a otros. 

También hay tipos de dominantes, yo soy de las que encuentra placer y satisfacción al ver el placer, la desesperación, el deseo y la frustración de mi pareja. Es un estímulo mayor a cualquier otro y si quiero el placer sexual directo, por mi causa y deseo impongo a mi pareja a que  seré yo la primera en disfrutar la dicha del éxtasis. 

Ella protesta cada vez que eso sucede, sus ojos se llenan de lágrimas, pero su cuerpo vibra y su sexo palpita como respuesta a ese estímulo mental que no puede negar. Se flagela por la traición constante de su subconsciente y su peculiar rebeldía. 

Todo depende del juego que mi pareja esté dispuesta a jugar, esos son mis límites, no rebasar y jamás abusar de su persona y confianza. 

Kara es, entre todas las parejas que llegué a tener, la mejor de todas. 

Ella es un tipo de masoquista peculiar, una chica que por instinto y naturaleza busca complacer. Encuentra libertad en sus ataduras, placer en el sometimiento y se vuelve vulnerable y abierta. 

En cada juego se puede ver su alma reflejada en sus actos, palabras, gemidos y sobre todo en su mirada profunda que suplica por más y que exige cada parte de mi. 

Me desea como ninguna otra, me ama con locura y me incita a castigarla y absorberla en mi enfermiza oscuridad. 

Hay un ferviente deseo en mi alma, ella es mía, mi corazón se acelera al verla y mi mente fantasea con diversos escenarios sexuales donde ella es mi principal protagonista. 

Kara conoce de mi vida antes de ella, no tuve parejas como tal, pero si practicaba con hombres y  mujeres. 

Personalmente es más gratificante dominar mujeres, son más receptivas y más entregadas al placer. 

Empecé relativamente joven en este mundo del BDSM, con veinte años comencé adentrandome e inmiscuyéndome en este mundo. 

Primero es conocer, luego es probar y por último es jamás volver, tener una mente abierta y liberal es esencial, vivimos con ciertas ataduras sociales. Lo que es políticamente correcto y lo que es satanizado y denigrado.

Es por eso que este tipo de prácticas no se hablan tan abiertamente. Yo comencé haciendo nudos, primero por mi cuenta, después en un curso que se daba en un club bastante conocido aquí en Irlanda. Nimhneach Fetish Nights. 

Ver aquellos cuerpos siendo atados y aquellas reacciones sublimes de cuando cerraban los ojos y mordían sus labios como un acto reflejo para resistir el placer era hermoso. 

La sensación de sentir tu sangre correr y el palpitar del corazón al momento de acabar un nudo y ver la piel apretada y restringida con su nueva vestidura. El susurro erótico para traer calma y generar expectación, el vello que se eriza y los pezones que se endurecen por una caricia inocente. 

El incremento de la respiración y el control de mantener tus emociones tranquilas para demostrar tu posición de dominante. 

El azote caliente que deja un ligero ardor en la mano y el orgullo de ver tu palma pintada en aquel redondo montículo de carne tierna y suave. 

Erótico supercorp Where stories live. Discover now