Erótico supercorp

El Club Parte 1

Me sentía ansiosa, con un nerviosismo particular que te hace sentir las mariposas revolotear en el estómago y el latir del corazón en la garganta. Había sido un día largo, con nuevas sensaciones y nuevos conocimientos. No puedo negar que sentí placer en la fantasía de controlar cada aspecto de su vida, con ese particular matiz de la esposa perfecta y el control que una persona ejerce desde el poder que sabe que posee. No obstante, soy consciente de que no se puede poseer a una persona de esa manera y mucho menos a Kara, pero me gusta ese juego de sentirme con el control de ella, tenerla bailando en mi mano y sentirla tan cerca que me hace sentir seguridad sobre aquellos miedos que de vez en cuando me atormentan. Y soy consciente de lo retorcido que parece todo esto, y soy consciente de lo enfermo que puede llegar a parecer, sin embargo, tengo la suficiente cordura de frenar y dar un paso atrás, porque sé que no puedo hacerle eso a ella ni a ninguna persona; porque me gusta su libertad y rebeldía, me gusta su forma de ser y esa voluntad en la que me entrega todo de sí. Me gusta oír su risa estridente, sus riñas eternas y sus reclamos por mi obstinación. Me gusta cuando manda a todos a callar y corre a las personas sin tacto cuando está molesta y quiere hablar conmigo. Me gusta su manera de seducirme, me gusta que me haga reír como nadie nunca en la vida jamás pudo hacerlo y me gusta cuando me mira y me dice todo a través de esos ojos azules en los que me puedo perder y encontrar al mismo tiempo. Me gusta cuando en las noches me abraza y se pega a mi cuerpo con ese gozo que demuestra confort y seguridad, pero lo que más me gusta es que, a pesar de todo, ella se siente segura conmigo.

La observé en aquel silencio que se había formado en el auto, se veía cansada y dormitaba sobre mi hombro, apretaba mi mano y respiraba con tranquilidad. Lentamente estaba cayendo en un sueño ligero y reparador, después de toda la frustración y estrés que el vieje le provocó, era lógico que se sintiera agotada. Estaba segura que oía el latir de mi corazón y los cambios que este sufría en su ritmo cuando un pensamiento deliberado cruzaba por mi mente.

Me parecía extraño y maravilloso al mismo tiempo tenerla a mi lado, porque es curioso como encuentras a una persona que logre complementarte en todos los aspectos de la vida. Es un privilegio poder tener todo esto y es casi increíble llegar a tener a alguien que te seda el control de su persona al punto en el que ella lo había hecho, que te seda ese poder de decisión sobre su placer. Nuevamente la vi y me pregunté si sería correcto llevarla a donde tenía planeado, ella nunca había estado en un lugar así ni se ha relacionado con personas que vivan experiencias similares a las suyas y que compartan este estilo de vida. No sabía que tan correcto sería esto, pero si sabía que siempre tuvo curiosidad sobre lo que hacía o no hacía dentro de estos lugares, a los cuales muy pocas personas logran acceder con la seguridad de la privacidad y confidencialidad. Recargué mi cabeza sobre la de ella y me hundí en mi angustia, pensando y analizando todo el asunto.

— ¿Todo en orden, Señora?

La voz de Dimitri me distrajo de mis pensamientos, lo observé por el retrovisor y torcí el gesto sin saber bien que decir.

— Sí, solo estoy pensando.

— ¿En qué piensa, Señora? — Volvió a preguntar, esperando que le dijera para poder ayudarme en mi dilema.

— En si es correcto llevar a Kara al club. No sé si le guste ese ambiente o si está preparada para todo lo que se llega a ver ahí.

— Hum, deje que ella decida entonces y hágale saber todo antes de cometer un error. — me respondió con la voz seria y una mirada dura.

— Ya le informé sobre ello, Dimitri, pero no le dije todo y tampoco me dio una respuesta. Así que, si esta noche no te llamo significa que saldremos a otro lado y no habrá necesidad de llevar a cabo el protocolo de seguridad.