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La música y las voces invadían el lugar, volviendo el ambiente cada vez más bullicioso. Tord respondía los saludos que le llegaban de parte de personas a las que había visto un par de veces antes, cosa que lo estaba dejando exhausto.

Después de vivir 3 años con Edd y sus amigos, se tuvo que acostumbrar a las fiestas que sus roomies organizaban de vez en cuando para socializar con gente de su edad. Tord también invitaba a una que otra persona de su facultad para cuando se realizaban esas fiestas, pero no le interesaba si asistían o no. Sólo había una persona a la que le hubiera gustado ver presente en aquella fiesta, para hacer la situación más amena, pero lamentablemente, ella no estaba disponible aquella tarde.

Viendo que todos los invitados conversaban alegres, incluyendo a Edd, y sobre todo Matt que parecía querer llamar especialmente la atención, Tord se sintió aliviado. No tenía la obligación de socializar forzosamente. Había cumplido su tarea de estar presente y saludar con una sonrisa, ya no tenía un propósito por el cual quedarse dentro de la sala con gente que no compartía nada con él.

Se excusó en voz baja para que nadie tuviera que escucharlo, por lo que fue un acto un poco irónico, y se encaminó directamente a la entrada, dejando su vaso medio vacío con sidra sobre una conveniente superficie.

Abrió la puerta principal, salió, y volvió a cerrarla. Un suspiro ronco de alivio abandonó su garganta una vez que se encontró afuera, sintiéndose a gusto en el exterior alumbrado por faroles, y el frío húmedo que creaba una fina capa de rocío congelado y hacía visible su sutil respiración. Estaban a mediados de septiembre, por lo que las heladas estaban llegando.

Aún si Tord había pasado años estando en diversas situaciones, seguía sin soportar los lugares concurridos. No estaba seguro del por qué, y aunque siempre trataba de racionalizarse, al final consideraba que era una pérdida de tiempo entender cómo se sentía.

Yo soy una pérdida de tiempo

Con ese pensamiento en mente, Tord sacó de su bolsillo una caja, que, tras sacudir hacia arriba, se deslizó un cigarro en un susurro. El noruego mordió con los labios el papel y lo sacó por completo de la caja, para luego en su lugar alzar un encendedor de gasolina que con un chasquido encendió una pequeña flama brillante.

La luz tembló sobre su rostro, como si se tratara de una luciérnaga artificial entre sus manos. El fuego quemó el extremo del cigarro, y Tord aspiró con lentitud.

El sabor ya era común, por lo que no lo encontraba ni tan bueno ni tan malo, sólo quemaba sutilmente. Exhaló, separando el cigarro de su boca. El humo se elevó en diversos hilos blancos, y se fue por una pequeña corriente de viento.

El bullicio de adentro era silenciado por las paredes, todos parecían divertirse mucho. Tord sonrió, en parte porque se sentía un poco a gusto con ver ese tipo escenarios, pero a la vez triste por no disfrutarlo como una persona normal debería.

Ya estaba resignado a que lo mejor que podía hacer era desaparecer. Él no era alguien dedicado a las fiestas, no combinaba con aquella alegría, no pertenecía ahí.

Cuando las cenizas del papel estaban a punto de caer, Tord sacudió el extremo contrario con el pulgar, notando finalmente por el rabillo del ojo a una persona sentada a un lado de la entrada.

Tord abrió los ojos, sorprendido, y al reconocer que era Tom, retrocedió un paso. 

La relación entre ellos... no había mejorado, ni tampoco empeorado. Tras vivir bajo el mismo techo por años, ya no se odiaban sin razón, sólo no se llevaba bien. Tenían 26 y 27 años, no podían comportarse como niños. Ahora, se limitaban a discutir de vez en cuando, y lo más grave que sucedía eran discusiones.

Minner Foran [TomTord/TordTom]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora