19.Trabajo.

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- Lo siento, eso está fuera de mis manos.

- P-pero señor... - no, debía ser fuerte. Ninguna señal de titubeo, o prácticamente estaría ofreciendo el ser pisoteada – Deberíamos pensar en su bienestar, no en lo funcional que podría ser. Es un ser humano, no una herramienta.

- Jones. – suspiró el asistente del embajador de su país natal; Noruega – No tenemos tiempo para preocuparnos por el niño. Estamos en crisis, este país sigue con sospechas de que podríamos ser espías, sobre todo ese mocoso.

- Hey. – se quejó casi ofendida, carraspeando para mantener su seriedad – Ya probamos que él es una víctima, no un espía. No se pudo llevar a cabo un juicio.

El hombre del otro lado del escritorio perdió la paciencia y se levantó de un salto, golpeando con sus dos palmas la madera del escritorio, haciendo callar a Annette - ¡No es nuestro asunto!, no puedo creer que me hacen perder el tiempo con una mujer. ¡Sabía que no requeríamos a mujeres en este trabajo!, te encariñaste con él y ahora vienes diciendo un montón de estupideces. Mira, nos diferenciamos en esto, yo pienso por una nación que está siendo oprimida por el principal enemigo de esta gran guerra, tú estás atenta de si al muchacho va ir a una casa donde sirvan la comida que le guste, ¿captas la situación?

Debía ser sincera; por poco y le dan ganas de llorar. No ha sido la primera vez que es menospreciada por ser mujer, seguramente tampoco la última, pero no lo hacía menos doloroso.

Pero no debía ceder tan fácilmente, así que enterró esa debilidad típica de ella para dejar salir su fortaleza – Lo único que le pido es que me ayude a mí. No tomará mucho de su tiempo, no le pido que pase día y noche pensando en él, para eso estoy yo. Yo le estoy pidiendo que me de el poder para lograr el objetivo que me encargaron, le estoy pidiendo lo necesario para cumplir mi trabajo. – explicó, aguantando las ganas de tirarle mierda en forma de palabras, pero quería conservar su trabajo, y por cómo estaban yendo las cosas, estaba pendiendo de un hilo. Debía resistir, pues si ella se iba, alguien más se encargaría de Tord, y no podía permitir eso. Nadie lo entiende como ella, nadie puede decidir qué es lo mejor para Tord excepto ella– Quiero que mi tutoría legal sea revocada y que sea llevado a EE.UU.

La atención de su superior se mantuvo en su insistencia, y sobre todo sus últimas palabras, haciéndolo sonreír con sorna - ¿Qué?, ¿quieres dejar tu tutoría legal?, ¿no es algo contradictorio?

- Por eso mismo. – aclaró ella, doliéndole en el fondo su decisión – Señor, usted tiene razón, me he encariñado con él, por lo que no sólo me preocuparé de que viva bajo un techo, si no que también me aseguraré de que en este país en el que quedó varado no se aproveche de que tenga un alto coeficiente intelectual. – habló firme y sin titubeos, recordando que Tord no expresó ningún deseo por ser consentido por el gobierno para que vaya a una prestigiosa escuela y sea un aporte al conocimiento. Él quería ser un chico normal, nada de buenos tratos por escalar en niveles académicos de los que no tiene interés - Así que esta vez tendré pelotas, y no me rendiré hasta cumplir con mi deber. Hacerle un favor a un chico de mi nación.

Estaba segura se veían gotas de sudor bajar por sus mejillas y cuello por el nerviosismo que sentía. Seguramente será despedida, no pudo evitar el decir algo típico de ella.

Grande fue su sorpresa cuando el asistente del embajador empezó a reír jovialmente, sujetando sus lentes para que no se cayeran - ¡Vaya Jones!, me sorprendiste. Nunca escuché a una mujer casada hablar así. – comentó entre sus carcajadas, volviendo a sentarse en el escritorio. Alzó la mirada para ver Annette, la cual se ruborizó al ver que él la observaba de igual forma con un rubor que lo hacía ver más joven – Mmh, sí. Creo que al fin y al cabo si tienes pelotas. Y no me malentiendas; no me caes bien, es más, creo que te odio. – no le quedó de otra que asentir cohibida – Aun sabiendo que puedo despedirte cuando quiera, insististe, y eso es bastante admirable, a pesar de que seas una mujer. – Annette volvió asentir en su lugar, cada vez encogiéndose más en aquella silla de cuero – Lo admito, me convenciste. Supongo que tienes algo bajo la manga para que se pueda enviar al mocoso a América.

- Claro. – volvió asentir, obediente a una orden no dicha de no familiarizarse con un superior suyo.

Suspiró con una sonrisa temblorosa.

Lo logramos Tord, pensó con dedicación, cumpliendo nada más que con su trabajo.

Minner Foran [TomTord/TordTom]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora