20.Nuevamente.

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Sus brazos se estaban cansando de llevar aquella gran caja, pero su felicidad era más grande que cualquier otra cosa por lo que apenas le importaba el llevar un tocadiscos entre brazos.

Era ligeramente mal vista por las personas del hospital, pues su gran sonrisa era un especie de mal chiste en aquel sombrío lugar que recibía principalmente víctimas de los bombardeos en Londres.

Annette se dedicó a ignorar la mala vibra y dejarse llevar por el entusiasmo que invadía su cuerpo y apresurar su paso al ala psiquiátrica del hospital.

Ya había pasado casi un año desde que pudo dar con Tord por primera vez. Su salud física había sido exitosamente curada después de 7 semanas de estar internado, más su ojo derecho no había presentado algún avance aún. Annette lo veía mejor bajo su punto de vista, pero lamentablemente el chico sufría de una fuerte depresión y paranoia, una muy mala combinación pues estaba el riesgo de que llegara a presentar episodios psicóticos, por lo que lo trasladaron al ala de psiquiatría para otorgarle tratamiento.

No le permitieron llevárselo a casa pues su tutoría legal estaba siendo procesada, por lo que estaba bajo manos del hospital, más no por mucho tiempo porque la embajada es la actual responsable de su condición y esta ya había hecho su decisión. Que Gran Bretaña quitara los antecedentes militares de su hoja de vida y no fuera considerado una amenaza nacional, para después ser llevado a EE.UU donde se le otorgaría los derechos de vivienda, educación y salud en un orfanato de una fundación noruega. Le había explicado la superficie de la situación al muchacho, y este no lo había tomado como una buena noticia, pero terminó resignándose tras ser regañado.

A Annette le dolía la partida del chico. Le hubiera encantado acogerlo aunque ya lo había sacado del hospital unas cuantas veces para comprarle ropa y libros, pues su esposo no se habría negado, lo hubiera llevado de paseo a los campos de Inglaterra, presentarle el Big Ben o el palacio de Buckingham, obligar a Will que le enseñara a conducir y beber, y que ella le ensañara fumar. Aunque no ha tenido el placer de fumar nada hace meses por esa pequeña razón tibia que crecía dentro de ella.

Pero aceptaba el dejarlo fuera de sus manos y sin ataduras por fuerzas mayores, pues prefería que el chico fuera libre solo que enjaulado a su lado.

Iba a maldecir por el peso de aquella máquina, pero justo en el momento en que abrió la boca, un chico abrió la puerta de una oficina estrepitosamente que casi la hace caer.

- ¡Oh, lo siento! – se apresuró a decir el chico, cerrando la puerta tras de sí y sujetarla de los antebrazos para que no perdiera el equilibrio y el peso del tocadiscos. Annette se quejó hilarantemente, recuperándose.

- N-no pasa nada. – sonrió tratando de tranquilizar al chico, mirándolo con una sonrisa.

No pudo evitar soltar una corta exclamación al ver dos grandes ojos negros, o cuencas, mirarla con pena. Las palabras abandonaron su boca y no hizo más que observar como el muchacho bajaba la mirada y notaba su vientre creciente de 4 meses - ¡S-señorita!

La mayor rió como niña pequeña al sentirse regañada por ese chico – Está bien, está bien. – trató de calmar, resaltando su acento – Y no me digas señorita, estoy casada. – alzó su mano prometida tan acostumbrada de hacer esa rutina, pero fue un gran error ya que por poco el tocadiscos va directamente al suelo.

- Tenga cuidado, por favor. – reprendió el más joven, atrapando con ambos brazos el extremo soltado.

- Lo siento. – rió culpable.

- Déjeme ayudarla. – pidió amablemente, quitándole el objeto de las manos como si fuera un peso medio.

- Woah, du er sterk. – comentó distraída la noruega. Desde el tercer mes de su embarazo estaba algo tonta.

Minner Foran [TomTord/TordTom]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora