34.Enemigo.

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Edd les había comentado que el amigo que venía de América, pero que originalmente era proveniente de Noruega, era peculiar. Lo dijo de una manera incómoda, como si no hubiera terminado de encontrar las palabras adecuadas, y Tom comprendió perfectamente a lo que se refería. ¿Un chico que "pasó por mucho desde muy joven", por lo que debían darle una bienvenida grata?, Tom sabía que estaban hablando de un sujeto... Incomprendido, o dicho de una forma más simple, que le faltaba un tornillo.

Claro, la actitud y postura que esta persona sacó a relucir eran la de una persona cuerda que transmitía normalidad, pero Tom sabía que debajo de esa piel gruesa se encontraba una desastrosa tormenta negra que se arremolinaba dentro de su propio eje. Los pensamientos de Tom flotaron de aquí para allá dentro de su cabeza, sin darle la mayor importancia, pero la fuerza con la que la mano de ese sujeto empezó a apretar la suya lo aturdió más de lo que le hubiera gustado admitir, además de hacer que sus ideas ganaran peso.

La cara del la persona estaba tiesa, torcida de una forma extraña que lo hacía ver normal, pero por otra parte parecía reprimir algo con mucha fuerza, como si se obligara a hacerlo. La mirada estaba fija: sus ojos plateados como el metal recién pulido brillaban por la humedad que se empezaba a reunir dentro del interior de los párpados, pero como si existiera una pared invisible rodeando su globo ocular, no se derramó nada de los bordes; esos ojos eran como dos peceras que ocultaban una bestia, que lo miraba desde el otro lado del cristal con la única intención de hacerle daño, esperando pacientemente el que se acercara lo suficiente para así romper la prisión cristalina y alcanzarlo. Instintivamente, Tom retrocedió un paso.

Tras notar que las uñas ajenas estaban a punto de perforar la piel de su mano, inmediatamente forcejeó para zafarse. Cuando el tipo se dio cuenta de su intención, relajó sus dedos y los abrió, permitiendo que Tom se librara.

- ¿Cuál es tu problema? - reclamó enojado Tom, masajeando su mano maltratada.

Edd notó el intercambio, y se apresuró a intervenir para que la situación no empeorara - Hey, todo está bien. No pasó nada, ¿Si?

- ¿Que no pasó nada?, ¡Este psicópata casi me arranca la mano! - la fuerza del agarre no era la adecuada para dicha acción, pero estaba seguro que si esta hubiera continuado, en definitiva no hubiera salido ileso.

Edd comprendió el enojo de Tom, y se giró a Tord para decirle seriamente - No sé por qué hiciste eso, pero debes disculparte.

Tord iba a reclamar, pero se dio cuenta del tipo de escena que se estaban dando. Dentro de la historia que le contó a Edd, él nunca fue a la guerra, así que no podía decir que era de ahí que conocía de antes a Tom. Y si le contaba, podría ser odiado por haber mentido, o también malinterpretado, ya que a pesar de no ser del bando y nacionalidad enemiga, de igual manera participó. Además de que si Tom dice su versión de los hechos, Tord se vería como el malo de la historia por donde se mire, porque fue él quien lo persiguió y lo apuntó a la cabeza con un arma cargada, no al revés.

No le quedaba de otra que fingir ignorancia, morder su odio en los bordes de su boca.

- Lo siento. No sé qué fue lo que me pasó. - murmuró Tord, levemente cabizbajo. A pesar de todo, no podía verlo a los ojos, o no aún.

Tom lo miró unos segundos, para luego bufar y darse media vuelta, yendo por donde vino.

Matt intercambiaba su mirada de un lado a otro, sin entender. Iba abrir la boca para preguntarle a Edd lo sucedido, pero este lo detuvo con una negación de cabeza.

El camino al estacionamiento fue incómodo; en completo silencio y unos distanciados de otros. Tom fue el primero en subirse al auto, sentándose en el lugar del copiloto y cerrando la puerta con demasiada fuerza hasta el punto de que los demás sintieron la vibración. Aparentemente, su molestia no había disminuido ni un poco, y Tord no pudo evitar poner una mueca como si algo oliera mal al verlo cruzado de brazos como sí todos estuvieran en contra de él.

Edd reprochó la actitud de Tom cuando tomó el volante, y esperó a que los otros terminaran de meter las maletas en la cajuela para así girar la llave y encender el motor.

El resto del viaje también fue incómodo. Tom miraba por la ventana sin decir ni una palabra, Edd miraba el camino con una expresión abatida mientras soltaba un que otro suspiro, Matt trataba de generar conversación y Tord intentaba seguirle la corriente.

En un momento, Tord alzó su mirada, y se topó con un destello negro a través del espejo retrovisor. El contacto visual duró menos de un segundo, pero se podría decir que dentro de esa interacción silenciosa y distante, fría como el fondo de un lago congelado, ambos sujetos se dejaron en claro que ninguno retrocedería ante el otro.

Minner Foran [TomTord/TordTom]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora