30.Amigo.

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El viento sopla, frío y con aroma metálico, apuñala su piel con suaves caricias que lo hacen cerrar los ojos. Su cabello se tambalea, empujado hacia atrás por la brisa, danzando sin evitarlo.

Tord inspiró profundo, para luego soltar el aire retenido en sus pulmones en un aliento vacío. Sujetó la baranda de hierro en la que sus dedos estaban enredados con fuerza, y saltó del otro lado para apoyar sus pies en el borde del vacío. La corriente del río bajo sus pies era aterradora, se notaba que era monstruosa por la visible espuma y olas que se formaban en el agua.

Alzó nuevamente la mirada hacia el cielo, sin observarlo, con sus ojos nublados, con sentimientos huecos que enfriaba su corazón.

No estaba triste, ya no más. Dejó de estar de luto hace mucho, y se dió cuenta de que él no era nadie. No era absolutamente nadie, nadie importante, y nadie que valga la pena. Pero no estaba triste al respecto.

El río le rugió con furia desde abajo, haciéndolo bajar sus ojos en su dirección. No dijo nada, ni siquiera para si mismo.

Comprendió, que su existencia ya no era necesaria. Nadie lo extrañaría después de todo. Lo único que lamentaba, era el no ser capaz de cumplir las promesas que hizo.

Alcanzó bailar una pieza de baile con Ángela, pero esa sensación punzante de tener que hacer algo era insoportable comparado con un simple baile de graduación.

Mintió, dijo que iría por ponche, pero en realidad huyó. Se fue del gimnasio, de la escuela, de las calles, caminó por la carretera, se topó con un puente, y de repente tuvo ganas de desaparecer. Estaba solo, completamente solo, pero de todas formas quería desaparecer.

¿Acaso llegó a ese punto de odiarse a si mismo?, De no soportar su mera existencia.

Lo lamentaba por sus seres queridos, pero estaban muertos. Lo lamentaba por Annette, pero ella estaba muy lejos. Lo lamentaba por Ángela y Edd, pero lo más seguro es que cuando desaparezca, lo vayan a recordar años después como "El extranjero que iba al Diner y se juntaba con nosotros".

Tord no quería ser él, tal vez alguien más, pero no él. Y sabía que eso no era posible.

Se sentía culpable, enojado, desesperanzado. No había tenido esas emociones en un largo tiempo, pero ahora regresaron, y con mucho más sentido que antes.

Si hacía algo al respecto, nadie tenía que saberlo, ¿Cierto?

No encontrarían su cuerpo, lo creerían desaparecido, después de un tiempo sería inútil buscarlo y dejarían de intentar encontrarlo, todos felices.

Era fácil; subir la baranda, y luego saltar. Pan comido.

Nadie sabría lo que hizo, nadie se enteraría quien fue él, nadie sentiría lástima por él, nadie se enojaría con él, nadie lo juzgaría.

Era saltar la baranda y saltar.

El agua parecía llorar, siendo empujada sin delicadeza, haciéndola vomitar espuma desde la punta de las múltiples olas que habían. Lo invitaban a unirse, a compartir su dolor. A por fin ganarse el dolor que merece.

Afirmó la baranda con sus brazos extendidos, chocando el metal con su espalda. El viento pareció ensuciarle con furia, como si lo odiara.

Quería desaparecer, irse y nunca volver, nunca jamás se encontrado, ser libre del dolor de estar vivo.

Mientras que a los que más amó estaban muertos, él seguía vivo, sin hacer nada y sin ser nadie. Él no vale la pena, ¿Por qué insistió en sobrevivir?

Un recuerdo fugaz se le vino a la mente, dos abismos oscuros brillantes y una voz distorsionada, manchada de odio y miedo. Se tragó el odio que sentía, y lo reemplazó con el constante dolor de seguir con vida.

Minner Foran [TomTord/TordTom]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora