2

3.8K 304 83
                                    


4 de marzo de 2016

Me mire en el espejo más de cinco veces desde que el mensaje de Daniela llegó a mi móvil, quería verme lo más guapa posible, hoy estaba decidida a dar el paso que no me había animado a dar desde que comenzamos a vernos más seguido.

Había estado hablando con mi mejor amiga, quien me había aconsejado que lo intentara sin miedo, ella muy bien sabía cómo me sentía por la hija de Mafe, le había contado como desde el primer día me había llamado tanto la atención que no pude dejar de mirarla durante toda la cena que compartimos, como cada vez que salíamos lograba atraerme un poco más.

Estaba tan segura de que me gustaba, que no quería detenerme a pensar en si ella podría gustar de mi, porque si mi cabeza se enroscaba en ese pensamiento, estaba segura que no me subiría al auto que estaba en la calle de mi edificio esperando por mi.

Papá y Vale me halagaron cuando me despedí de ellos, aún no les decía nada, pero, si hoy pasaba algo de lo que tenía planeado, era probable que volviera a casa a hablar con ellos de lo que me estaba pasando con Dani.

En el momento en el que las puertas del ascensor se abrieron pude ver el coche blanco de la castaña esperando por mi. Cuando comencé a caminar hacia el vehículo sentí que mis piernas se habían olvidado completamente de cómo caminar como una persona normal. Las cosas empeoraron cuando vi que ella había levantado su vista. Mi corazón se aceleró y mis piernas perdieron fuerza. Era un trayecto de apenas treinta pasos, pero bajo su mirada, se convirtieron en los treinta pasos más difíciles. Era bailarina de ballet, bailaba sobre la punta de mis pies frente a más de cuatrocientas personas en cada función, pero bastaba su mirada para que yo no pudiera poner un pie delante del otro sin que sintiera que iba a desmayarme.

—Hola— dije cuando abrí la puerta.

En el momento en el que me senté, ella se acercó y me dejó un beso en la mejilla. Sentí el calor recorrer mi rostro, estaba segura de que mi cara se había vuelto del color de su chaqueta: rojo.

—¿Cómo vas de tu pie?— preguntó y por un momento creí que se había dado cuenta de mi forma tan extraña de caminar y se estaba burlando de ello, pero luego recordé que en el último ensayo me había doblado el tobillo.

—Bien, ya está mucho mejor, así que la semana que viene vuelvo a los ensayos con toda.

—Me alegro— dijo y nos puso en marcha hacia el cine.

—Esta semana me he vuelto loca, no sé qué haría si no pudiera bailar nunca más.

—Ahora lo vas a disfrutar más que nunca— asentí mientras disfrutaba como de bonito se veía el centro de Bogotá por las noches.

No sé qué película íbamos a ver, ella se iba a hacer cargo de eso ya que la salida fue su idea, yo solo era una invitada que planeaba robarle un beso en la mitad de la noche, en medio de la oscuridad de una sala de cine. El solo hecho de pensar en mis labios rozando los suyos ponía mi ritmo cardíaco a niveles exagerados.

—Mafe me dijo que tú bailabas ballet de pequeña— comenté recordando la última charla que tuve con la mujer.

—Sí, lo hice hasta los cinco años, pero luego preferí el golf… ¿le preguntas a mi madre por mi?— preguntó con el único fin de molestarme y lo logró, la piel de mis mejillas se tornó roja, de nuevo.

—Pues… un poco interesada en saber de ti estoy— acepté logrando que sea ella ahora quien esté sonrojada.

—Yo también le preguntó a Mafe por ti, he logrado que me muestre algunos vídeos tuyos bailando.

InmóvilWhere stories live. Discover now