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16 de octubre de 2023

A Zubieta le había costado demasiado conseguir las cintas de aquel terrible día para los Calle y los Garzón. El dueño, un señor gordo y con bigotes, había sido difícil de convencer, o, mejor dicho, no lo habían convencido, solo habían hecho valer la ley.

Henry Brown junto a otros agentes, luego de seguir a Mike, el amigo de Alex, por las calles de Manhattan con las grabaciones de distintas cámaras, habían comprobado que, como Alex había dicho, él era quien había subido con la botella de limpieza por la escalera lateral al apartamento de Daniela y María José.

Era irónico, Daniela había comprado aquel producto con el que días después ese hombre, que apenas conocía, la mataría. Recordó aquella vez en que Alex le había dicho que las odiaba, lo que no sabía era por qué y la duda la carcomía. ¿Algo tan grave podrían haber hecho para que alguien haya asesinado a Poché por odio? No, se contestó Dani, probablemente estaba loco.

—Venimos en busca de su nieto —anunció Henry al señor gordo que resultó ser familiar del criminal.

—¿Por qué razón? —preguntó, con un tono que quería ser amenazador. Lo sería para alguien que no estuviera armado y alguien que no estuviera acompañado por cinco agentes de policía.

Henry se río en la cara de aquel hombre.

—Mire, tengo mucho trabajo que hacer, tenemos una orden de captura contra Mike, así que, déjenos pasar.

—Él no se encuentra.

El hombre ocupaba toda la puerta que daba a la cocina, la gente que estaba en aquel restaurante miraba expectante por lo que estaba pasando, algunos tenían ganas de sacar sus teléfonos móviles y grabar, pero estaban bajo la atenta mirada de uno de los agentes.

—Espero no le moleste, pero mis agentes tienen que comprobarlo con sus propios ojos.

—¿Por qué?

—Le sugiero que nos deje actuar, por lo que se lo acusa a su chef no es nada poco grave, así que, por favor, no nos la haga difícil.

El hombre no tuvo más remedio que hacerse a un lado. Los agentes entraron y mientras revisaban cada rincón del local, un hombre se le acercó a Henry.

—¿Está usted investigando la muerte de María José Garzón?

Henry se giró con las cejas fruncidas.

—¿Quién pregunta?

—El padre de Daniela Calle, la pareja de la difunta.

—Bueno, si quiere información sobre el caso debería preguntarle a su hija.

Germán se peinó hacia atrás con ambas manos, miró a Henry con ojos suplicantes y trató de explicarse lo mejor posible.

—No tengo buena relación con ella, y quería saber qué había sucedido.

—Entonces le recomiendo terapia, cuando el caso esté cerrado seguro se entera por alguna de las tantas revistas que circulan por Nueva York.

Germán no tuvo la oportunidad de seguir insistiendo porque los agentes volvieron a acercarse a Henry para avisarle que, efectivamente, Mike no estaba en el edificio.

Una llamada de Daniela fue lo que interrumpió la conversación del detective con sus compañeros, un poco confundido y pidiendo disculpas atendió.

—Estamos… encerradas —decía agitada, su voz se mezclaba con la de unos fuertes golpes a una puerta.

—¿Qué es lo que sucede, Daniela? —preguntó, preocupado.

Voces y golpes difusos se mezclaban con gritos al otro lado del teléfono.

InmóvilWhere stories live. Discover now