CAPÍTULO 11

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Para mí era fácil distinguir entre un sueño y la realidad gracias a los últimos acontecimientos, por eso, al ver la piedra fría, el pasadizo oscuro y solitario junto a sonidos de una gotera cayendo y pisadas lejanas, supe no estaba en mi realidad. Yo estaba dormida, eso lo último que recordaba y, aunque me dio un poco de miedo no estar dormida, sabía que estaba cómoda en mi cama, con Alan a mi lado, también dormido. Si me concentraba mucho casi que podía llegar al límite de la consciencia y sentir mi propio cuerpo, pero si estaba ahí, en un sueño realista, era porque Serene, o lo hechiceros, debían mostrarme algo.

Avancé por el túnel cuando escuché un golpe metálico, pero no había un lugar visible, hasta que, a través de la roca, escuché de nuevo el sonido de cosas al caer. Cuando me acerqué, la piedra relució y como si fuera agua en una cascada, se cayó a mis pies. Ante mí se abrió una sala, con un hombre furioso, apretando el cabello entre sus dedos, caminando de un lado a otro. No le veía bien su rostro

No esperé ver a Serene en una esquina al entrar.

—¡Eres una maldita perra! —le gritó el hombre, asustándome, pero Serene no se vio afectada por eso—. Una maldita perra que no se apega a las reglas.

Serene se burló, cruzándose de brazos.

—¿Ahora tú me reclamas por haberte hecho trampa? Ese ha sido tu juego durante años y nunca te he reclamado. Te gusta restregarme que me quitaste a mi familia, pero ¿quieres ver la realidad? —dijo, casi gruñendo, dejando que la ira saliera de ella. Aplaudió y así como me llevó a mí a otro lugar, lo llevó a él, a las afueras de la protección, en donde se veía el sueño que hacía tiempo había tenido con mi ancestro—. Esta es la verdad, Lackasag.

Todo pasó igual a como lo recordaba, pero en mi sueño no pude qué pasaba cuando entraban a la protección, a una casa que no conocía de nada y que dudaba que siguiera existiendo. Allí fue que noté el cambio de imagen en el hombre y la mujer. No se parecían a mí, no como antes él lo había hecho. Serene dio un paso adelante, rabiosa, hacia el hombre. Chasqueó sus dedos, pasando su brazo frente a sí. En un solo parpadeo era una persona por completo diferente, con ojos azules claros, cabello rizado, un poco más baja, sus rasgos más comunes, menos fijos y el tono de su piel un tono más moreno. Él hombre apretó los dientes.

—Debiste buscar a una persona así en vez de alguien parecido a mí. —Él dio un paso al frente, enfrentándose a ella.

—Maté a tu nieta, maté a tu hijo y a tu esposo, no te quedaba nada.

Serene soltó una carcajada, volviendo a su apariencia normal.

—¿Te refieres a esta familia? —preguntó, cambiando el ambiente de nuevo al día, en el mismo punto en el que estaba antes, pero ahora se veía a Mag y a Hem, como lo había llamado Serene antes.

«Esto es emocionante, nunca había fingido mi muerte antes» Había dicho Mag, antes de cambiar su aspecto a uno igual al de la mujer que había entrado antes a la protección, al menos antes de que Hem les hubiera cambiado su aspecto. Él también cambió su apariencia, a una igual al hijo de Serene.

Aunque la escena se seguía desarrollando, el acompañante de Serene dio un grito furioso y se abalanzó sobre la hechicera. Ella lo frenó con un campo de magia.

—Sé que para ti es difícil admitir que me subestimaste, pero te metiste con mi familia y eso no lo iba a permitir. Mientras viva la cuidaré con mi sangre y magia, tenga que luchar contigo u otro... No te metas con Abril de nuevo, porque no tendré compasión contigo.

—¿Piensas que tengo miedo de ti? Usar tu magia te consumiría y sin ella no tendrías a quien pasarle tu magia ¿No? Así es como funcionan las cosas contigo, Serene, no dejaré que ganes.

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