CAPÍTULO 29

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Poco a poco fui consciente del sonido de las máquinas a las que estaba conectada. Ya sabía dónde estaba y en el estado en el que me encontraba, por lo que a mi mente no llegó ninguna pregunta.

Sin embargo, mi cuerpo sí que estaba adormecido y adolorido. Mis ojos pesaban, pidiendo cerrarse y descansar, aunque hubiera estado descansado desde quién sabe cuánto tiempo. Mi garganta quizá era la que peor se sentía, carrasposa, tan seca que hasta pasar saliva me molestaba.

Estuve ahí, tan solo respirando, por varios minutos antes de que alguien entrara a la habitación. Moví los ojos para ver a quien había llegado, encontrándome a Charlotte. ¿Dónde estaba Alan? ¿Por qué no estaba conmigo?

Mi amiga, al ver que estaba despierta, por poco deja caer un cuaderno que tenía en su mano.

—¡Despertaste! Llamaré a mamá —dijo atropelladamente. Intenté tomarla de la mano, pero la debilidad de mi cuerpo me lo impidió.

Miré a mi lado, hacia la otra cama, vacía.

Serene... ¿ya había muerto?

Dos minutos después entró Belén. Me sonrió en cuanto me vio y se acercó con premura a mí. Revisó varias cosas antes de comenzar a desconectarme varias, incluso un suero que parecía estarme poniendo.

—Solo una precaución —dijo al notar que le veía con insistencia, pero no estaba preguntando por nada de eso. No me importaba si me tenían conectada a vitaminas, sueros o a un veneno, solo quería saber dónde estaba Alan, por qué no estaba conmigo en ese momento. No era algo común que me sucediera algo y él desapareciera.

Varios minutos después me regaló un poco de agua. Me refrescó la garganta, aunque seguía sintiendo mis cuerdas vocales débiles.

—¿Dónde está Alan? —pregunté con una voz ronca que parecía más de hombre que mía, también lenta, pausada y quebrada. Belén me miró con sus grandes ojos cafés.

—Está con Kiona —dijo, su voz apagándose. Continuó antes de que pudiera preguntarle algo más—. Lotty ya fue a buscarlo, vendrá en unos minutos.

—¿Cuánto tiempo estuve dormida?

—Una semana.

—¿Y Serene? —Belén volvió sus ojos a los míos, confundida.

—Ella murió —dijo con pausa, como si decírmelo pudiera causarme aun daño—. Despertó, pidió hablar con Hux, Mag y Hem antes de morir. Braham también habló con ella, y Alan. Dijo que ya sabías que no la ibas a encontrar al despertar, pero Mag no ha incinerado su cuerpo esperando a que tu despiertes.

—Sí, ya lo sabía —confirmé. Antes de que pudiera preguntarle por qué Mag me había esperado para cremar el cuerpo de Serene, Alan entró a la habitación.

El aire se quedó en mi garganta al verlo, las mariposas revoloteando mi estómago. Sus ojos también parecieron tranquilizarse al verme, pero también se llenaron de lágrimas.

Belén se levantó sin ser notada y salió de la habitación. Yo estaba bien, solo me dolía un poco la garganta y el cuerpo al moverlo, pero estaba bien, la magia ayudaba a recuperarme más de prisa.

Mi esposo se acercó con cautela. Lo esperé, esperé a que se sentara a mi lado y me besara o abrazara, aunque no hizo más que acercarse al borde la cama y tomar mi mano.

—¿Cómo estás?

—¿No te vas a acercar? —pregunté dolida por su lejanía. Sus ojos se oscurecieron.

—No sé si es lo mejor. No quiero que la chica que amo me vuelva a rechazar mi cercanía.

Suspiré. No estaba para discusiones con él, pero al mismo tiempo entendía su enojo.

Lunas de plataWhere stories live. Discover now