CAPÍTULO 44

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Unos besitos en mi espalda me despertaron. Me asusté, porque me había quedado dormida estando sola en el apartamento, sin embargo, Alan se rio cuando me vio sobresaltada y sus manos volaron a mis hombros. Su peso bajó el colchón en su lado de la cama al acostarse a mi lado, de costado para poder verme. Yo también giré mi cabeza hacia sí, un poquito adormilada. Me tranquilicé al no ver nada a su alrededor, por un instante pensé que al haber estado dormida el don se manejaría a su antojo, pero no había sido así. Mejoraba cada día más en la magia, eso me alegraba, aunque, con sinceridad, no sabría decir si prefería tenerla o no.

—Buenos días, esposa —susurró, corriendo el cabello de mi rostro. Suspiré, cambiando mi posición por una similar a la suya.

—Buenos días, esposo —correspondí. Una esquina de su boca se alzó mientras me analizaba.

—¿Preparada para otro gran día? —Me burlé con un sonido gutural.

—Si por gran día te refieres a otro lleno de nervios, susto y que seguramente me debilitará, sí, estoy preparada. —Volví a fijar mi atención en él—. Es increíble que ya hayamos cruzado palabras y no me hayas besado aun, ¿qué pasa? —Se rio un poco, acercándome más a él.

—Sí te besé, en la espalda, pero lo hice. Es solo que no sé en qué punto estamos, ni siquiera debería estar aquí, no me habías dicho como tal que volviera, pero no te dejaría lidiar sola con el animal que está durmiendo en la sala.

Suspiré, acurrucándome contra él. Nos quedamos en silencio, él dedicándose a sobar mi espalda y cabello para relajarme y yo a encontrar energía para levantarme.

—Braham debe de estar esperándote.

—Alan... ¿Puedo pedirte un favor? Es solo que hay algo que no podría hacer, y bueno, tú... quizá sí puedas. —Me separé de él para mirarlo directo a los ojos. Frunció el ceño, esperando a que le dijera a qué me refería. Me senté en la cama, jugando con mis manos—. Tengo que herir a Braham, llamar a su alma por medio de su sangre, pero yo no sería capaz de lastimarlo, y está lo del lobo... No soy capaz de matar una araña, siempre te tengo que llamar a ti, no podría hacerlo con él, mucho menos luego de haberlo alimentado por todos estos días.

Lo pensó.

—Creo que olvidas que hace poco estuviste en una guerra y que...

—Lo recuerdo, pero también recuerdo que Mag tuvo que ayudarme para hacer el recuerdo más ligero. No quiero recordar nada de eso, pero entiendo si no quieres hacerlo. —Tomó mi mano, también sentándose. Besó el dorso, sus ojos nunca abandonando los míos.

—Lo haré. Es un lobo, y ya te dije que de igual manera no morirá en sí, y a Braham le haré solo un pequeño daño temporal, no me estás pidiendo asesinar a un humano, eso sí nunca lo he hecho, tampoco creo poder hacerlo.

Sonreí, inclinándome solo para dejar una presión en sus labios con los míos. Me levanté enseguida, sabiendo que había mucho por hacer ese día.

Mis huesos crujieron al estirarme. Hubiera querido seguir en la cama, en los brazos de mi esposo, pero luego podría tener tiempo para descansar, debía concentrarme en lo verdaderamente importante en el momento.

Tomé una ducha corta y me vestí con un chándal. No quería organizarme mucho para algo que de seguro me dejaría agotada. Alan también tomó un baño mientras yo me peinaba y vestía en la habitación, poniéndose también algo cómodo. Antes de ir a casa de sus padres por Braham debíamos de hacer algo primero. Fue un tanto complicado, teniendo al lobo siguiéndome y sin yo poder usar tanto mi poder para manipular su mente animal y que se quedase en el apartamento tranquilo, pero eso llevaba menos tiempo y energía que abrir portales para desplazarme con él, además de que estaría en la calle quién sabe por cuánto tiempo y no podía arriesgarme a que un humano lo viera.

Lunas de plataWhere stories live. Discover now