CAPÍTULO 36

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Faith quedó de encontrarse conmigo en el apartamento a la noche, a las diez para ser más específica. Tuve que cambiar de nuevo mi ropa por una más presentable. Alan, contrario a mí, sí cambió la suya por una más cómoda. Hicimos juntos de comer al volver luego de intentar conseguir víveres. Logramos hacerlo, por fortuna. Regresamos para hacer de cenar, porque nos quedamos vagando por el pueblo casi toda la tarde. Me vino bien la distracción, pretender que todo era como solía ser, en su compañía.

Faith llegó puntual al apartamento. Alan, que estaba sentado leyendo algún artículo de su interés, se levantó en cuanto escuchó que ella había llegado. Le había pedido privacidad y no había dudado en dármela. Pasó por mi lado cuando iba en mi camino hacia la puerta, me detuvo solo un segundo para dejar un besito en mis labios antes de seguir hacia la habitación.

No hice esperar mucho a Faith, le abrí solo un minuto después de haber tocado la puerta y la hice pasar. Hasta donde sabía, ella no había estado en el apartamento, por lo que no se me hizo extraña su mirada al lugar.

—Bonito apartamento —dijo. La noté avergonzada, incómoda. Le regalé una sonrisa que pretendía ser amable mientras le pedía su bolso y abrigo. Solo me pasó su bolso—. Siento haberte interrumpido.

—No te preocupes, no estaba haciendo gran cosa —respondí. La guie hasta el sofá, en donde tomé el asiento frente a ella, en uno de los muebles individuales—. ¿Te ofrezco algo de tomar? Puedo hacer té, zumo o lo que prefieras.

—Te puedo recibir un poco de agua, gracias.

Me puse en ello. Volví unos instantes después con dos vasos de agua fría.

—Debo comenzar disculpándome contigo. Debo reconocer que sentí celos de ti cuando te vi con Braham, él... te quiere mucho y creo que confundí los sentimientos que tiene hacia ti.

Sonreí, divertida por sus palabras, también comprendiendo el trasfondo de ellas. Le di un sorbo al agua de mi vaso.

—No quisiera ser muy entrometida, pero ¿qué sentimientos tienes tú hacia él? —Su mirada se entristeció, bajando hasta sus manos mientras ellas jugaban con el vaso.

—Lo que pueda sentir ahora por él no importa. Estoy con Jared, soy una licántropa y aunque Braham sea un humano, sigue teniendo ese componente vampírico que no me permite acercarme a él y es de eso de lo que tengo que hablarte.

Fruncí el ceño, prestándole atención.

—¿Sobre Braham? —Ella asintió.

—Serene me confió a mí la profecía, eso ya lo sabes. Se supone que no debo decírtela por completo hasta que no haya acabado, y eso es solo una formalidad, porque en realidad no tendrías que saberla, pero antes de morir Serene me dijo que debía decirte la solución al problema de Braham para que pueda llevar una vida más... normal.

—¿Y cuál es la solución? —Ella tomó una respiración profunda.

—Debes convertirlo en un licántropo también. —El vaso cayó de mis manos, rompiéndose.

Alan no demoró en aparecer en la sala. Iba descalzo, suponía que por la velocidad en la que había aparecido. Frenó al ver el charco de agua combinado con los cristales del vaso roto.

—No pasó nada —dije antes de que pudiera interrogarme. No me creyó, pero se dio la vuelta para volver a desaparecer.

—No pensé que fueras a reaccionar así.

—Yo no sé cómo le hizo ella para crear a los licántropos, no sé cómo hizo contigo. Yo no...

—Por eso ella necesitaba que leyeras su historia —aclaró, llenando un espacio en blanco en toda esa historia. Me quedé boquiabierta. Alan volvió con una escoba y trapero para secar y recoger los pedazos. Carraspeé, para que no me viera muy trastornada.

Lunas de plataWhere stories live. Discover now