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Un ruido se escuchó en la cocina, seguido de una maldición hacia todos los fundadores de Hogwarts.

Harry se asomó y negó al ver cómo Draco trataba de preparar el desayuno. Se recostó en la pared cruzado de brazos y sonrió.

Resultaba, que en la madrugada Harry despertó siendo zarandeado por Draco, ya que a éste le sorprendía que el pelinegro lo ayude. Luego de tener una larga conversación sobre las intenciones de Harry al ayudarlo, y comprobar que solo quería hacerlo y formar una linda amistad, tal vez, dejo de lado su paranoia y volvieron a dormir.

Por eso es que Harry no escuchó cuando Malfoy se levantó y comenzó a, tratar, de hacer el desayuno.

—¿Si sabes que tienes magia?— Preguntó Harry sorprendiendo a Draco, quien lo vio y le mostró el dedo medio. Sacó su varita y comenzó de nuevo.

—Deja, es complicado hacer algo con un brazo enyesado, incluso con magia— Dijo Harry acercándose y haciendo el resto.— Para que no te sientas inútil pon la mesa.

Draco refunfuñando comenzó a poner la mesa.

—¿Tú como sabes?— Preguntó mirando como Harry preparaba waffles, cuando este lo miro raro bufo y volvió a preguntar — ¿Cómo sabes que es difícil usar esto?

—Ohh, cuando tenía nueve creo, me quebré el brazo y estuve que usar uno.

—¿Tus tíos no te llevaron a San Mungo?

—Yo no supe que era mago hasta que Hagrid me llevó mi carta de Hogwarts, es más mis tíos me habían dicho que mis padres habían muerto en un accidente automovilístico— Harry rió sin gracia y comenzó a servir el café.

—¿Cómo te quebraste?

—Ehh—Harry lo miró unos segundos, pensó que decir. —Yo era muy torpe de chico, ya sabes.

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A la tarde, cuando fueron a Gringotts todos los miraban sorprendidos, va a Harry lo miraban así, a Draco lo miraban con recelo.

Algunos eran lo suficientemente valiente o idiotas para repudiar al rubio, quién sólo levantaba el mentón y los ignoraba, Harry en cambio les comentaba su falta de empatía y ética.

Luego de caminar varias calles entendía porque Malfoy le había pedido que lo acompañe, él tenía miedo, aunque no lo demostrará.

—Hey Malfoy, el dinero que saques cambialo por dinero muggle—Murmuró Harry sonriendo, Draco solo asintió.

Cuando salieron de Gringotts, Harry tomó el brazo de Draco y se apareció en un callejón muggle de Londres.

—Mierda Potter, pudiste avisar ¿no?— Exclamó Draco algo mareado por la aparición, Harry sólo reía.

Lo tomó de la muñeca y lo guió por la vereda hacia un lugar que el rubio desconocía, y tampoco estuvo tiempo de ver por donde iban ya que toda su atención estaba en como Potter le tomaba suavemente la muñeca y lo llevaba.

Hasta que frenaron, Harry se veía muy emocionado mirando la vidriera la cuál estaba llena de distintas prendas de ropa.

—Cuando era chico y veía que tía Petunia venía acá a comprarle ropa a Dudley yo soñaba con que me compre algo a mí—Explicó Harry— Así que vamos, debes comprarte ropa porque la mía te queda chica.

Harry llevó a Draco adentro de la tienda y lo sentó en una silla.

—¡Bien! Traeré toda la ropa que crea que te va a quedar bien, tú te la pruebas y decides, y...

El derrumbe de la mansión Malfoy Where stories live. Discover now