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Las semanas pasaron corriendo para los muchachos, ellos estaban más unidos que nunca, no había señal de Gutiérrez. Todo estaba en extraña calma.

Excepto las noches con su oscuridad, uno de los chicos tenía insomnio por el miedo de que alguien lo vuelva a lastimar, a él y a su novio.

El otro joven tenía más pesadillas que antes, pesadillas de las personas que vio morir, pesadillas de gente torturando a su novio, pesadillas de él mismo deseando la muerte. Así que prefería acompañar al rubio despierto hasta el Alba, o eso intentaban, ya que llegada cierta hora el sueño los vencía y caían dormidos mientras se abrazaban. Luego despertaban sobresaltados pensando lo peor.

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—Su corazón es muy noble Potter— Murmuró Lucius Malfoy mientras miraba la pared en donde había muchas fotos de su hijo con su... yerno y amigos.

La cuestión es que era el cumpleaños de Draco, y Harry quería sorprenderlo, él sabía que el rubio extrañaba a su padre, así que pidió permiso para sacarlo de Azkaban por unas horas, como su sentencia era mínima no hubo problemas.

El hombre había cambiado, ese tiempo en la prisión lo había hecho recapacitar y él estaba de acuerdo en que tenía que cumplir un castigo.

Harry no lo juzgaba, él no juzgaba a nadie por sus decisiones, esa era una de las cualidades que Draco amaba de él.

—Draco no debe tardar en llegar señor Malfoy, y luego vendrá Narcissa, van a estar muy felices de verlo— Murmuró Harry muy emocionado, Lucius no le daba tanto miedo cono Narcissa, pero sí le tenía respeto. Aunque cuando el hombre lo abrazó murmurando que nunca había visto a su hijo tan sonriente como salía en esas fotos sintió cariño por él, sintió la necesidad de demostrarle que Draco era feliz, sintió el amor paterno del hombre.

Comenzó a contarle las historias detrás de cada foto, cuando fue su primera cita, el día en el que sus amigos los llevaron a un parque de atracciones Muggle, cuando jugaban carreras de carritos en el supermercado, paseos, risas y llantos. Cada momento, cada recuerdo capturado en fotos.

Pero el pelinegro comenzó a preocuparse de la tardanza de su novio, no era normal que llegara tarde sin avisarle.

Fue hacia la chimenea para comprobar que funcionaba, al notar que sí andaba salió afuera para ver si divisaba al rubio.

Al abrir la puerta encontró una cajita pequeña en el suelo, en su interior estaba el anillo que le había regalado a Draco y una nota, que decía que habían secuestrado al rubio y debía ir solo a tal dirección si quería volver a verlo con vida. Firmaba Gutiérrez.

—Señor Malfoy alerte a los aurores sobre donde está Gutiérrez, voy a ver si lo puedo distraer hasta que lleguen— Dijo Harry con un nudo en la garganta, sentía que no podía respirar y las ganas de llorar eran extremadamente fuertes.

—Potter no seas idiota, Gutiérrez te quiere a tí cuando llegues te matará, espera a los aurores— Exclamó Lucius.

—Con todo el respeto señor, no me voy a quedar con los brazos cruzados mientras un chiflado tiene a Draco.

Luego de eso el pelinegro se apareció dejando solo a Lucius, quien en seguida se contactó con los aurores.

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Harry se apareció en una cueva algo oscura. Cuando se adaptó a la oscuridad pudo ver que Draco estaba atado de brazos y piernas en un rincón,  tenía un hechizo silenciador por lo cual no podía emitir sonido alguno, pero las lágrimas surcaban libres por sus mejillas.

El pelinegro trató de acercarse cuando Gutiérrez se interpuso en su camino.

—Vaya, vaya, el niño que vivió es todo un hombrecillo— Comentó Gutiérrez sonriendo macabramente mientras jugaba con su varita— ¡Expelliarmus!—La varita de Harry voló hasta sus manos— Lástima que el amor te volvió idiota.

Harry no miraba a Gutiérrez, sino detrás de él, donde estaba Draco atado, que en ese momento forcejeaba con las sogas y le indicaba silenciosamente que huyera, que lo dejará ahí, que de salvara.

—Ya me tienes— Murmuró el pelinegro mirando finalmente a Gutiérrez— Es a mí a quien quieres, no a él. Déjalo ir.

—Pero eso no sería divertido— Gutiérrez miró al rubio que seguía luchando con las sogas, y luego a Harry— Primero te voy a torturar, y tu noviecito va a ver como te retuerces de dolor hasta que me supliques por que te maté, y como soy una persona generosa voy a acceder a tu petición. Luego voy a dejar ir a tu novio. Crucio— Luego de todo su discurso el hombre murmuró el maleficio imperdonable y comenzó a reír cuando Harry se resistió a gritar, hasta que no pudo más y se dejó caer gritando por el dolor que sentía en todo su cuerpo.

—¡Basta, por favor, basta!— El hechizo silenciador que tenía Draco había desaparecido y el rubio rogaba entre sollozos que dejara de dañar a Harry.

Pero el hombre lo ignoraba, el solo lanzaba el hechizo cruciatus sobre Harry una y otra y otra vez, el pelinegro trataba de no gritar, o de resistirse al dolor, pero eso causaba que le doliera el doble, sus lágrimas nublaban su vista, él solo miraba como Draco gritaba y suplicaba, o como sus muñecas comenzaban a sangrar de tanto esforzarse al quitarse las sogas que le impedían ayudarlo.

—Primera lección del día — Gutiérrez no estaba hechizando a Harry cuando habló, el pelinegro a trompicones se paró, aunque estaba muy débil para mantenerse mucho de pie— Enamorarte te vuelve débil y estupido. Crucio.

Harry volvió a caer cuando la maldición le dio en el pecho.

—Vaya que muchacho debilucho, no puedo creer que tu hayas sobrevivido dos veces a la maldición asesina.

—Gra-cias al amor... fue que sobreviví— Exclamó Harry sin siquiera molestarse por tratar de pararse, ya no sentía sus extremidades y estaba muy cansado, el solo quería dormir.

—Hay un dicho Muggle que me gusta, la tercera es la vencida, ¿no?— Comentó Gutiérrez mientras veía la desesperación de Draco al escucharlo— Veamos si sobrevives esta vez...

¡Avada Kedavra!

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Holis chiquis!!

*se escuende en un agujero negro*

El maestro del suspenso me dicen 😌

Ok, sorry not sorry, pero van a tener que esperar al próximo capítulo para leer qué sucede.

El derrumbe de la mansión Malfoy Where stories live. Discover now