Prefacio

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—¡Harry! Yo

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—¡Harry! Yo...—la puerta se abrió de golpe —Oh.

El rizado se separó de golpe, asustado por el sonido que, lastimero, escapó de los labios que adoraba con fervor y que en ese momento, formaban una mueca del más amargo desdén.

—Louis...—su voz salió angustiada — Louis, no es lo que...

—Lamento interrumpir. —el castaño bajó la cabeza en un asentimiento, negándole la mirada y con el tono tan gélido e indiferente, que su mundo tembló y en un segundo, supo, se había destruido.

—No. —negó asustado, retrocediendo del agarre fuerte que el rubio conservaba en su camisa a medio desabrochar.

—Mis disculpas, con permiso. —Louis giró sobre su eje y se fue, cerrando la puerta con delicadeza.

El corazón de Harry, hasta ese momento, en un latido errático, se detuvo por unos segundos al igual que su flujo de pensamientos. Por unos segundos, el tiempo, miedoso de quebrar aún más la frágil situación, se detuvo; y entonces, todo se aceleró repentinamente, como si el todopoderoso hubiese recordado su inclemencia y la paciencia se le hubiera agotado.

Un nudo se le formó en la garganta y sin dirigirle otra mirada a un aturdido Rafaelle, salió tras los pasos del joven que se había adueñado de sus sueños y en la mano, los tenía fuertemente agarrados, con la amenaza de destruirlos en cualquier momento.

—¡Harry! Estaba por ir a buscarte, salimos en quince... — Ada lo miró con una sonrisa, que pronto se borró cuando reparó en el gesto del actor —¿Harry? ¡Harry!

El rizado la ignoró, pasando con facilidad entre el ajetreado plató de grabación, haciendo oídos sordos a todos aquellos que lo llamaban cada vez más fuerte; a base de codazos y empujones nada sutiles, los apartó de su camino, con su mente y su corazón en un solo objetivo: no permitir que Louis se vaya.

Salió del lugar, cerrando tras sí las pesadas puertas y notó al castaño, bajando apresurado por las escaleras.

—¡Louis! —llamó.

Sin embargo, el sonido de su voz, lo único que consiguió fue que el ojiazul se tensara y apresurara sus pasos.

Harry lo siguió velozmente, bajando de dos en dos los escalones y mirando con pánico el cuerpo ágil de Louis alejarse.

Fue en el segundo rellano que finalmente lo alcanzó, y extendió el brazo para detenerlo.

—Louis, por favor...—pidió desesperado — Permíteme explicártelo, no es lo que estás pensando. Por favor, déjame explicarte que...

—No hay nada que explicar. —el gesto indiferente del castaño lo enfrentó — Eres perfectamente libre de hacer y deshacer a tu manera. ¿No es eso lo que acordaste conmigo en primer lugar?

—No, no, no...—Harry negó apresurado — No es así, te lo juro, Louis, por favor...

Ojos azules lo miraron, con una carga más pesada de lo que su alma podía aguantar. Rabia, frustración, tristeza y traición se mezclaban en los fanales que lo llevaban al paraíso.

Louis tiró de su brazo para librarlo del agarre de su antiguo amante, ignorando la estela de dolor que cruzó el gesto del más alto.

—¿Ah no? — preguntó calmado —¿No fue justamente por Rafaelle que me dejaste plantado el sábado?

—L-Louis...

—¿No es Rafaelle el "hombre perfecto para salir del clóset" como le dijiste a Gerard?

—¿Q-qué? ¡No! Yo no...

—¿No fue Rafaelle el que dejó todo por venir a tu llamado? —siguió, con la barbilla en alto, a pesar del temblor en su voz —Ahí lo tienes, tu pareja perfecta, el que has esperado... Ahí está, tan complaciente como te gusta.

—¡No, maldita sea! ¡No! —Harry pasó una mano por su cabello —¡Tú no lo entiendes! ¡No fue así! ¡Yo no...!

El castaño sacudió la cabeza, dejando que una sonrisa sin humor se pintara en sus labios.

—Señor Styles...—detuvo sus balbuceos — Es suficiente, no me debe ninguna explicación. — le tendió la carpeta que mantenía guardada bajo un brazo.

—¿Qué es esto? —Harry lo miró suplicante, sin atreverse a revisar el contenido de la carpeta.

Louis inhaló profundamente, y perdiéndose por última vez en los orbes verdes, permitió que una solitaria lágrima escapara de sus ojos.

—Mi renuncia.

—Mi renuncia

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Hate you, love me [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora