13. Isabell.

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Pov. Isabell

- Tenemos que ver lo de tus padres...

Grito desde abajo. Nuestra habitación tiene dos niveles, como una pequeña casita, es perfecta para ambos, pero el inconveniente es que Edward es muy flojo cuando no hay que haceres del país. Y sí, leyeron bien, del país.

Él es el príncipe de Inglaterra, yo soy la Duquesa de ahora verás. Me río. Perdón, me recordé a la referencia. Bueno, soy Duquesa.

Los papás de Edward se llevan súper genial con mis padres desde que soy muy pequeña. Recuerdo que antes me llevaba muy mal con Edward porque era muy molesto.

Siempre andaba con su aura de superioridad que me caía muy mal y mi madre me había explicado que lo habían mimado muchísimo y, que bueno, lo seguían haciendo. Entonces, intenté comprenderlo, pero me costaba porque él siempre andaba de "soy más poderoso que tú", "tengo más dinero que tú" y demás cosas que decía que me enojaban.

A mi mamá no le dije nada. Siempre me decía que debía solucionar mis problemas sola y que si ya luego no podía, pedirle ayuda a ella.

Así que recuerdo bien que comenzamos a llevarnos bien a los 9 años. Fue cuando decidí jugarle bromas pesadas. Tirarle lodo cuando íbamos al campo. Arruinarle las citas médicas o de comunicación. Experimentar con sus productos de baño. Todo era re divertido porque Edward se quejaba conmigo y luego, como no le hacía caso, se quejaba con su mamá y ella no se metía porque decía que debía aprender a solucionarlo solo.

Me reía tanto en esos tiempos. Edward le bajo a su aura de Rey, yo le baje a mis bromas y nos comenzamos a llevar bien como un mes antes de navidad.

- ¿Qué cosa de mis padres?

Baja rápido las gradas. Ya arreglado. Cuando menciono a sus padres, él baja arreglado, con smoking y bien peinado.

- Ya sabes qué... -sirvo el desayuno. Un simple hotcake- ¿Quieres juguito o agüita? -Pregunto de manera coloquial.

- Agüita -me sigue la corriente respondiendo igual que yo. Me río y Edward hace lo mismo.

- Bueno, lo de tus papás, hoy es la llamada para concordar las fechas de visita. Ya sabes, tus padres y lo míos quieren pasar navidad en familia. Como todos los años -explico dejando su agua pura fría a la par de los hotcakes.

Edward hace gestos de sorprendido. Lo piensa un rato y sonríe al final.

- ¿Ya te acordaste? -Sonrío y él asiente.

- Está bien, ¿A qué hora es la llamada?

Me siento junto a él.

- Es en la tarde. Le pondré mensaje a Camila, le diré que hoy no podremos acompañarla al cine.

Edward me observa sorprendido.

- Hoy íbamos a ver una película con ellos.

Informo y Edward ríe.

- Te encariñaste.

Afirmo y sonrío.

- Es posible.

Respondo con desdén.

- Ay, Isabell. No podemos.

Niego resignada.

- Yo nunca juré nada. Ni prometí nada. Yo puedo, tú, tú puedes decidir que puedes y qué no.

Me levanto y subo a arreglarme.

Mis padres no me dijeron nada de no poder encariñarme con el exterior. A él en cambio, creo que si le dijeron algo, pero fue un consejo, no una orden.

Dulce o TrucoWhere stories live. Discover now