Capítulo 4

5K 785 104
                                    

En el pasado, cuando a la Reina Rei se le hizo saber que un príncipe del bosque la visitaría, estaba sorprendida en exceso.

¿Había un reino en los bosques? ¿Cómo es que nadie lo sabía?

—Porque yo lo cubrí, reina mía —respondió la hechicera, sonriente—. Es territorio neutral. No tienen guerras con nadie. Solo se mantienen ahí, cuidando del bosque y siendo uno con él. 

Rei solo asintió, procesando la información. Teniendo ya el aviso de que un príncipe desconocido entraría en su reino, dio aviso a su general, Enji, también conocido como su esposo, que permitieran el paso a un joven de cabello verde y ropas distintas que se hiciera llamar el Príncipe del bosque. Dicha descripción fue dada nada más y nada menos que por Ochako, que como siempre, le encantaba meterse en cualquier lugar donde hubiera un acontecimiento previsible y pudiera hablar tranquilamente.

Exactamente unos días después, Izuku entraba al Reino Helado, acompañado de su consejero y su guardia personal. Tanto Hitoshi como Momo se mantenían alerta. 

Si la alfa veía peligro, tenía completa libertad de arremeter con su espada en contra de los que quisieran hacerle daño a su príncipe omega. Hitoshi, por otro lado, tenía el deber importante de mantener al chico de solo quince años tranquilo y en calma, para que no se fuera.

Lo que habían ido a hacer era importante, y la primera vez que su padre le daba un trabajo de ese calibre.

—No siento peligro —susurró Momo, viendo a los guardias observarlos de reojo mientras los escoltaban hacia el palacio de la reina—. Pero los mataré a todos si te hacen algo, Izuku.

—¿M-Matar? P-Pero... 

Hitoshi le dio una mirada cansada a la chica que había logrado poner más nervioso al príncipe.

—Momo, cálmate —dijo. La pelinegra lo observo frunciendo el ceño—. No le harán nada. Todo saldrá bien.

Ella soltó un bufido, manteniendo su mano en la espada que ella misma había creado minutos antes. 

Como eran una tribu del bosque, no tenían armamento militar, más que nada porque no se metían en guerras. Pero solo con una lanza no podría acabar con grandes guardias reales que cargaban espadas y armaduras, así que pensando inteligentemente, creo una espada que fuera fácil de manejar, delgada como una lanza y letal como un cañón. El daño que causara sería irreversible.

—Es un reino ajeno a nosotros —habló Momo—. Pueden hacerle daño a Izuku y el Gran Rey sería capaz de iniciar la guerra por la muerte de su hijo. Solo pienso en todas las posibilidades y me preparo para cada una de ellas.

—Nada va a pasar —repitió Hitoshi, viendo que el chico nombrado ya estaba temblando—. Mantén tus posibilidades para ti —le susurró solo a la chica, que asintió al entender los nervios del ojiverde—. Y tú, Izuku, recuerda que nuestra formalidad no es igual a la de los reyes de afuera. Una reverencia bastará para saludar. Y recuerda tranquilizarte, no puedes tartamudear, ¿de acuerdo? Tienes que estar tranquilo. De esto depende la salvación de nuestros árboles sagrados.

—Lo entiendo —respondió Izuku, jugando con sus manos—. De verdad. Pero, ¿y si la reina no accede? Habré fallado en el deber que me impuso mi padre, y eso me haría un mal príncipe, por lo tanto un mal rey futuro y tendré que desistir de mi deseo de ser similar a papá, lo que provocará una tristeza tanto en él como en mi y terminaré muriendo de pena por no ser lo suficientemente bueno y entonces...

Ya estaba divagando. Momo y Hitoshi suspiraron y simplemente lo dejaron farfullar cosas incoherentes que no pasarían, a sabiendas de que cuando comenzaba así, nadie podía pararlo.

Verde Jade (Katsudeku + Omegaverse) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora