Capítulo 7

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Mitsuki estaba contentísima. ¡Al fin el anti romántico de su mocoso iba a tener una pareja! 

¡Y vaya que pareja!

No había ni que decir que aquel omega de bonitos ojos le había encantado. Un carácter amable, pero a la vez determinado, una clara decisión que no se vea nublada por sentimientos y tenía la completa capacidad de defenderse a sí mismo.

Además, ¡soportaba a ese hijo suyo! Eso ya era bastante bueno, pues no había persona en el mundo que soportara a Katsuki cuando andaba de malas.

Pero, en definitiva, lo mejor fue ver tal mirada de complicidad entre ambos.

Rubí y jade se habían enfrentado, y había terminado en una sonrisa de Izuku y un chasquido vergonzoso de Katsuki.

¿Podría ser mejor? 

La presencia de su omega interrumpió sus pensamientos. Masaru iba hacia ella tallando sus ojos. Había acompañado a los cazadores en busca de comida y había vuelto esa mañana, exhausto. Por esa razón no lo había querido despertar para el enfrentamiento de su hijo. Prefería mil veces que el amor de su vida cuidara su sueño a que tuviera un horario inestable. Después de todo, como alfa tenía el deber de cuidar a su pareja.

—¿Qué pasó? —preguntó el castaño, mirando con sorpresa a los tres desconocidos que se aglomeraban ante un omega verdoso—. ¿Quiénes son ellos?

Mitsuki se acercó lentamente, haciéndole una seña para que crearan un ambiente discreto.

—El que está en medio —susurró, señalando escondidamente a Izuku—, es el destinado de Katsuki.

—¿Destinado...? ¡¿De Katsuki?! —preguntó, sorprendido. Miró al omega señalado y luego a su hijo que observaba de reojo al primero—. Oh, por todos los dragones, ¿Es cierto? 

—Vamos, vamos, Masu, ¿Cuándo te he mentido? 

Masaru entrecerró los ojos. —Cuando me dijiste que solo ibas a curar mis heridas y terminaste casándonos sin mi consentimiento, en tu tribu y fingiendo que no escuchabas mis preguntas.

La alfa sonrió inocente. —Bueno, ¿De qué te quejas? ¡Fui lo mejor que te pudo pasar! Además, si curé tus heridas...

Él negó, recordando como la rubia lo había encontrado herido cerca del arroyo, pues como era un mercader omega y solitario, unos ladrones lo interceptaron y le robaron todo lo que tenía.

Casualmente, una Mitsuki de diecinueve años buscaba a su presa en el bosque, y terminó encontrándose con el rostro que se le aparecía en sus sueños desde hace un año.

No la pueden culpar por curar las heridas del omega y luego arreglar todo para la boda. Estaba desesperada por vivir toda su vida con el dueño de su corazón. 

—En fin, él encontró a su destinado y ahora tienen que ser felices por siempre. Planearé su boda y muchas cosas más —aseguró, dando un aplauso y sonriéndole a su esposo—. ¡Estoy ansiosa por conocer a los padres de Izuku! Por cierto, Masu, es un rey. El rey del bosque. Y peleó con Katsuki por un acuerdo.

—Mitty, ¿por qué planeas bodas que no son tuyas? —regañó Masaru, pero sonrió de lado—. Aunque si empiezas con los preparativos, me pido organizar la estancia.

—Y también debemos procurar que sea en primavera, para que el Valle de las Luciérnagas esté florecido.

Mientras esos dos arreglaban los detalles para la boda de los anteriormente nombrados, Izuku respiraba entrecortadamente por el esfuerzo.

—Tú nunca me haces caso —reclamó Hitoshi, frunciendo el ceño—. Ni siquiera estás completamente curado desde lo que pasó cómo para que te hubieras enfrentado al líder de los bárbaros.

Verde Jade (Katsudeku + Omegaverse) Where stories live. Discover now