Capítulo 5

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El día en el que España se enfrenta contra Italia en Londres había llegado, me levanté de la cama, me di una ducha y me puse la camiseta de la selección.

– Buenos días – saludé al ver a mi madre en la cocina.

– Buenos días hija – me devolvió el saludo – ¿que tienes pensado hacer hoy?

– He quedado con Alice, pasaremos la tarde juntas, así aprovecho para ver a los pequeñines – dije con una pequeña sonrisa.

– ¿Has hablado con tu padre? – preguntó.

– Ayer por la noche, ya estaban instalados en el hotel.

Las dos desayunamos hablando sobre qué haríamos el día de hoy, yo aprovecharía para ver a Alice, mientras que ella iría a ayudar a mi hermana a instalar algunas cosas en su nueva casa.

En cuanto terminé de desayunar, limpié lo que habíamos ensuciado, mi madre estaba a punto de salir para encontrarse con mi hermana.

– Sira, ¿puedes llevarme a casa de Álvaro? – pregunté cogiendo el móvil.

– ¿Morata?

– Si, ¿de quién va a ser sino?

– Si me sigues contestando así no te llevo a ningún lado – me dio una colleja.

Le regalé una sonrisa inocente, me subí al coche y chatee con Alice para avisarla de que llegaría en breve.

Cuando llegamos al frente de la casa, me bajé de él, despidiendome de mi madre y de mi hermana.

Toqué el timbre y en cuestión de segundos, la italiana se encontraba frente a mis ojos.

– ¡Laia! – me lanzó a mis brazos, yo la recibí con gusto.

– Hola Alice – le sonreí – ¡pero cuanto habéis crecido! – me acerqué a Ale y Leo, ellos me dieron un abrazo.

– ¿Que te parece si vamos a pasar la tarde por ahí? Para las nueve llegaremos – dijo ella.

– Por mi no hay ningún problema – dije – ¿te ayudo a vestir a alguno?

– Te lo agradecería – dijo – ¿que te parece si vamos a la piscina?

– ¡Si! – gritaron los dos niños mientras comenzaban a correr.

– De acuerdo, pero tendremos que parar para comprarme un bikini – sonreí ante la felicidad de los niños.

Ayudé a Alice para colocar bien a los niños en el coche, Edo había comenzado a llorar y nos estaba costando tranquilizarle.

Tras comprar el bikini, decidimos ir a la piscina, los niños estaban disfrutando del agua mientras Alice y yo hablábamos tranquilamente.

– Álvaro estaba muy nervioso por el partido de hoy – comentó Alice.

– Todos lo estaban, pero pase lo que pase, debemos estar muy orgullosas de ellos – sonreí.

– Si... – suspiró – aunque es duro, le han lanzado críticas muy dura y no sólo hacia él, sino para mí y nuestros pequeños.

– La gente no tiene respeto por nadie, parece que intentan llenar su vacía vida insultando a los demás, no hay necesidad de ello, pero todos sabemos que las personas públicas siempre son machacadas.

Ella asintió algo triste, era cierto que varias personas habían incluso deseado la muerte de sus hijos y eso dolía.

(...)

Llegué a casa algo cansada, los niños habían estado muy inquietos y nos había costado mantenerlos con calma, sobre todo cuando avisamos sobre irnos de la piscina.

Eran las nueve, lo que significaba que daría comienzo el partido de España contra Italia.

Los minutos pasaban y con ellos iba aumentando la tensión, habían conseguido llegar a la prórroga tras un empate a unos.

Los penaltis no salieron como a todos los españoles nos hubiera gustado, Italia había logrado la victoria, dejando a la mayoría de los jugadores españoles destrozados.

– Joder... – dije limpiandome algunas lágrimas – sois los mejores.

– No llores hija – dijo mi madre acaricandome la espalda.

La pantalla de la televisión me mostró una imagen que hizo que mi corazón se rompiera en pedazos, Pedri estaba destrozado, lloraba mientras caminaba por el campo.

Thiago se acercó a él y le abrazó, dándole apoyo y consuelo.

– Iré a mi habitación – avisé algo triste.

Esperé una hora para poder llamar a Pedri, quería verle, por lo que decidí hacer videollamada.

– Pedri... – saludé en cuento me contestó.

– Hola Laia – dijo decaído.

– Arriba esa cabeza, Pedri – dije – habéis jugado espectacular, todos tenemos que estar orgullosos de vosotros, que hayáis podido llegar a las semifinales ya es un logro muy grande.

– Si, lo sé, pero... – suspiró – estoy contento obviamente, pero me hubiera gustado vernos en la final.

– Para otra vez será – le guiñe un ojo – para nosotros también ha sido duro y más cuando mostraron vuestras imágenes, quise ir y abrazaros a todos.

– Necesito ese abrazo tuyo – dijo él – lo necesito de verdad.

– En cuanto te vea podré dártelo, hasta entonces tendremos que aguantarnos por videollamada – sonreí.

Pasamos más de una hora hablando, él hablaba sobre algunas cosas del partido, pero también habló de su hermano, sonreí al ver lo bien que hablaba de él, parecía que le admiraba desde pequeño y eso se me hacía realmente tierno.

– ¡Frenkie es guapísimo! – dije.

Ahora estábamos hablando sobre la plantilla del Barcelona, equipo con el cual siento los colores, el equipo que me ilusiona cada vez que le veo sobre el campo.

– ¿Solo Frenkie? – preguntó.

– Claro que no, pero Frenkie es el hombre que toda mujer desearía – sonreí como una idiota – es guapo, majo, humilde, tierno... – enumere.

– Vale, creo que me ha quedado claro – comenzó a reírse – ¿nunca has estado con él en persona?

– Si, en su presentación con el Barça le conocí y alguna vez nos hemos visto, también me encanta su novia, son tan monos... – dije ilusionada – necesito hijos por parte de ellos dos.

– Estás realmente loca... – dijo riendo – en fin, me voy a dormir que estoy muy cansado, buenas noches Laia – sonrió.

– Buenas noches Pedri – le devolví la sonrisa – te quiero.

– Y yo a ti mi niña – me guiño el ojo y colgó.

Con una boba sonrisa, me tumbé en la cama y miré al techo, cada vez me gustaba más Pedri y eso me hacía sentir cierto miedo.

[…]

Sempiterno Where stories live. Discover now