Capítulo 15

4.9K 202 42
                                    

Me desperté abrazada a Irene, mientras que el brazo de Ferran pasaba por encima de mí y de la chica.

Intenté salir de entre los dos, pero literalmente me estaban aplastando entre los dos.

Y ahí es donde me dio pena de sus futuros hijos, espero que nunca durmieran con ellos.

– Ferran – susurre – Ferran – volví a susurrar y él abrió un poco los ojos.

– ¿Que pasa, pequeña? – habló en susurro y con voz ronca.

– ¿Me dejas salir? Tengo que ir al trabajo – dije.

– Claro – dijo quitando su brazo, iba a levantarme, pero su voz hizo que parara – ¿no me das el abrazo de buenos días?

Sonreí, me acerqué a él y le di un abrazo, ahora si, me levanté y me di una corta ducha, le cogí prestada ropa a Irene y bajé a hacerme algo de desayuno.

– ¿Tan pronto te levantas? – le pregunté a Ferran.

– Te he preparado el desayuno – dijo colocando un plato con tostadas en la mesa.

– No hacia falta que te levantarás para eso – le regañe.

– Tengo que cuidar a mi bebé, ¿no? – dijo dándome un beso en la mejilla – bueno, ya sabes donde está todo, yo me vuelvo a dormir.

(...)

Estaba en el despacho de los fisios, rellenaba algún que otro papel y mientras tanto hablaba con Lara.

Un rato más tarde llegó Aurora, con su llegada, el silencio reinó en esa sala, mis miradas hacia ella le hacían saber que no era de mi agrado, aun así me sonreía con arrogancia, haciendo que comenzará a hartarme.

– ¡Hola! – saludó Ceballos.

– Hola Dani – dijo Aurora – ¿qué necesitas?

– Tengo los gemelos un poco cargados... – dijo señalando.

– Será un momento, pasa por aquí.

Aurora y Dani se fueron a una camilla, allí Autora podría realizar su trabajo sin ningún tipo de molestia.

Dani Olmo también entró, Lara fue la encargada de atenderle, así que yo me quedé ordenando algunas cosas.

– ¿Se puede?

Alcé mi cabeza para encontrarme con la mirada del canario, di un pequeño suspiro y volvió a centrar mi atención a los papeles.

– Si buscas a Aurora, está ocupada, será mejor que vuelvas más tarde – dije algo cortante.

– Tú también eres fisio, ¿no? – preguntó él mientras cruzaba sus brazos.

– Estarás más a gusto con ella – mi tono era cada vez más frío – anda mira, creo que ya están terminando.

– Muchas gracias, Aurora – agradeció Ceballos – nos vemos más tarde.

– Hola Pedri – saludó la rubia con una sonrisa coqueta.

Desvíe mi atención de nuevo a los papeles, Aurora le hablaba con un tono seductor a Pedri, sentía que en cualquier momento le arrancaría el pelo como no se callara.

– ¿Podéis iros a otro lugar? – pregunté molesta – tengo que centrarme en rellenar todo esto.

– ¿Acaso te molesta que estemos aquí? – me picó la chica.

– Si, me molestias – confesé con rabia.

– Tengo la espalda un poco cargada, los masajes siempre me los hace Laia y quiero que siga así, confío en ella – dijo Pedri sin quitar su mirada de la mía.

– Puedes probar conmigo, seguro que te dejo mucho mejor – habló Aurora con superioridad.

– Laia, ¿dónde me tumbo? – preguntó.

– Dónde siempre... – contesté.

Él, caminó hasta la sala donde estaba camilla en la cual siempre se tumbaba, le seguí y cuando me acerqué ya estaba tumbado y sin camiseta.

Sin decir ninguna palabra, coloqué mis manos sobre su espalda desnuda, comencé a masajear la zona.

– Laia... – dijo el sentándose – no quiero estar así contigo.

– Yo... – me interrumpió.

– Este juego absurdo que hemos creado no sirve para nada, y sí, todo ha sido mi culpa, lo siento mucho, de verdad – se disculpó.

– Mejor olvidemos todo esto – suspiré.

– ¿Me das abrazo? – preguntó haciendo un pequeño puchero.

Él, aún seguía sentado, pero cogió mi mano y me hizo un hueco entre sus piernas para que me colocara frente a él.

– Soy un idiota... – susurró.

No esperé más para rodearle con mis brazos, aquella sensación de cariño y seguridad se había vuelto a instalar dentro de mí.

Levanté la cabeza para poder mirarle, apoyando mi mentón sobre su pecho, él bajó la cabeza para poder mirarme y sonrió.

– Tengo tantas ganas de besarte... – dijo en un susurro.

– ¿Y por qué no lo haces? – pregunté mientras subía mis manos a su nuca.

Y ahí fue cuando volvió a ocurrir, sus labios volvían a probar los míos, creandome una sensación difícil de explicar.

Pasar tiempo con Pedri implicaba sentirme a gusto, segura, querida...

Se había convertido en alguien realmente especial para mí y aunque nadie sabe lo que va a pasar en el futuro, yo me imagino ese futuro con él.

Me imagino aportándole en todas las decisiones que tomé, me imagino dándole apoyo cuando más lo necesite, me imagino dándonos todo el cariño que ambos necesitaramos...

Y es que el amor parecía ser así, cuando sabes que alguien va a ser para siempre, debes luchar por ese alguien, la vida te pondrá millones de obstáculos, pero debéis pasarlos juntos.

Cuando sus labios se separaron de los míos, no dude en volver a atraerle, le necesitaba, necesitaba sentir que él estaba aquí, a mi lado.

– Será mejor terminar el masaje – dijo cuando volvió a separarse de mis labios.

Volvió a tumbarse y yo sonreí como una boba, volví a acercarme a él y continué con el masaje.

(...)

Estaba en mi casa, en llamada con Irene y Valeria, ambas me escuchaban con atención, les estaba contando mi reconciliación con Pedri.

Las dos se alegraron, decían que nosotros dos parecíamos muy unidos como para separarnos por eso.

– ¿Y que pasa con Marco? – preguntó Valeria.

– Marco es mi amigo le guste o no – reí – hace tiempo que nos conocemos.

– ¿Entonces no vas a darle ninguna oportunidad? – volvió a preguntar.

– No podría, no quiero ni ilusionar, ni hacer daño a nadie, así que no – expliqué.

Nos contamos algún que otro cotilleo más y decidimos irnos a dormir, mañana tendría que hacerme las maletas para irme a Kobe.

[…]

Sempiterno Where stories live. Discover now