La ilusión se iluminaba en las caras de todos los jugadores y aficionados, hoy sería la final de los juegos olímpicos, España contra Brasil.
La motivación y las ganas por conseguir la medalla de oro, son evidentes.
Pero no todo era alegría e ilusión en estos momentos, habían avisado la salida de Messi del Barcelona, dejando al fútbol de luto.
– Laia, atiende a Ceballos, por favor – avisó Luis.
Caminé a la sala de los fisios, allí me encontré con Dani y le hice el masaje que necesitaba, cada vez se encontraba mejor.
– Bueno viejo, he terminado – me burle de él ya que es su cumpleaños.
– ¿He escuchado bien? – preguntó entre cerrando los ojos.
– La edad ya te hace perder audición eh – comencé a reír.
– Eres una asquerosa – dijo riendo él también.
Ambos volvimos con los demás, dentro de unas horas sería la final y los nervios estaban cada vez más presentes.
Mi cabeza en estos momentos solo le daba vueltas a una sola cosa, el embarazo de Aurora.
No me quería poner en la peor situación, pero cabía una posibilidad de que fuera lo que yo estaba pensando.
– ¿Estás bien, peque? – escuché la voz de Dani Olmo.
– Claro que si – le sonreí.
– ¿De verdad? – preguntó poniendo su mano en mi hombro – te he visto un poco decaída.
– Pensaba en el embarazo de Aurora y de quién podría ser el padre – suspiré – Pedri estuvo con ella...
– No pienses en ello ahora – dijo – no quieras que la prensa saqué conclusiones que no son, si te ven decaída empezarán a inventar cosas.
– Tienes razón – asentí.
(...)
Ver a los chicos con su medalla de plata sobre el cuello me llenaba de orgullo, Brasil nos había ganado 2-1.
– ¡Sois la hostia! – grité mientras me subía a la espalda de Unai.
– ¡Que susto, Laia! – dijo Unai.
– Lo siento – me reí.
Miré a Pedri y a Dani, los dos charlaban y reían, me encantaba la amistad que habían formado ellos dos.
– No puedo estar más orgullosa de todos vosotros – me bajé de la espalda de Unai y ahora me acerqué a Pedri y Dani – hola.
– Hola, mi niña – saludó Pedri.
Sin ni siquiera tiempo para reaccionar, Pedri juntó sus labios con los míos, haciendo que todos los presentes comenzarán a aplaudir y gritar alguna que otra cosa.
– Te quiero – dijo cuando nos separamos.
– Y yo a ti – le abracé.
– Todos nos dábamos cuenta de cómo os mirabais, pero está bien que nos lo hayáis demostrado – sonrió Dani – ya sabes que me caes muy bien, que te adoro y todas esas cosas – miró a Pedri – pero como la hagas algo te juro que no sales vivo.
Todos nos reímos ante las palabras de Dani, habían sonado como un hermano sobre protector.
– No le haré nada, nunca me lo permitiría – informó Pedri.
– Me da pena... – dije cuando me dí cuenta de lo que se vendría ahora.
– ¿De qué hablas? – preguntó Eric.
– De que ya no va a ser lo mismo, ahora no nos veremos todos los días, estamos tan acostumbrados a vernos todos los días durante tanto tiempo que... – suspiré.
– En septiembre nos volveremos a ver – Unai hizo una pausa – o eso espero – sonrió.
Asentí, nos dimos un gran abrazo grupal y nos fuimos con Luis de la Fuente, él nos daría instrucciones de lo que tendríamos que hacer.
Pasaría unos días en Madrid con mis padres y luego viajaría a Barcelona, por lo que me habían dicho, la idea de mi padre era pasar una temporada en Asturias.
– Iré a recoger las cosas – dije estirandome – ahora vuelvo.
– ¿Quieres que vaya a ayudarte? – preguntó Pedri.
– Cómo quieras – sonreí.
Ambos subimos a mi habitación, entre risas recogimos y colocamos algunas cosas.
Ahora estábamos tumbado en la cama, Pedri estaba de lado, acariciando mis mejillas mientras que yo mantenía mi mirada en el techo.
– ¿En qué piensas? – preguntó acercándose para darme un beso en la mejilla.
– En nada – sonreí – solo pensaba en todo el tiempo que voy a estar sin mis padres y hermanos cerca – mentí.
Mi cabeza le daba vueltas a la pequeña posibilidad de que Pedri fuese el padre de aquel niño que crecía en Aurora, pero lo que menos quería ahora era estropearle el día.
Me abracé a Pedri, le dejaba pequeños besos por su cuello, él me estrechaba más contra su cuerpo si eso era posible.
– ¿Qué me has hecho, Pedri? – pregunté aún en sus brazos – yo era fría y tú... tú has sacado mi lado más cursi y asqueroso.
Las carcajadas de Pedri resonaban por la habitación, yo también reí y me elevé un poco para atrapar sus labios.
– Laia... – dijo él en medio del beso – ¿por qué no vienes a vivir a mi casa? – hizo una pausa – está mi hermano, pero así tampoco estarás tan sola, por lo menos las primeras semanas.
– No os quiero molestar – acaricié sus mejillas – pero gracias igualmente.
– No nos molestas Laia, Fernando te quiere con locura y yo... – hizo una pausa – yo solo deseo que estés a mi lado siempre – susurró a centímetros de mis labios – Te quiero tanto Laia...
Nuestro labios volvieron a juntarse, podría estar así durante horas, Pedri me había hechizado.
Me había enamorado completamente del canario, su increíble personalidad, sus ojos, sus labios, su nariz, todo su ser era maravilloso.
– Será mejor que bajemos – dije al separarnos – te quiero.
Los dos salimos de la habitación, nos reunimos con los demás y nos dirigimos al aeropuerto para volver a España.
[…]
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Sempiterno
FanfictionLaia Martínez es la hija de Luis Enrique, el técnico asturiano pide ayuda a su hija para tratar a algunos de sus jugadores de la selección española. ¿Surgirá el amor el amor entre la joven Laia y algunos de los jugadores? Sempiterno: Que durará siem...