Capítulo 17

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Me desperté a la vez que mis dos compañeras de habitación, las tres tendríamos que ir a desayunar, preparar algunas cosas y observar quien necesitaba de nuestra ayuda.

– Lara, ¿me pasas el informe de Ceballos? – pregunté sin quitar la vista del informe de Asensio.

– Lara no está y yo no voy a ser tu criada, así que te levantas y lo coges – contestó Aurora.

– Te recomiendo que no me hables con ese tono – le lancé una mala mirada mientras me levantaba – no juegues con fuego porque te acabas quemando.

La rubia quitó la sonrisa que estaba dibujada en sus labios, rodó los ojos y miró su móvil.

Me acerqué a los casilleros, busqué el de Ceballos, lo cogí y de paso miraría el de Pau Torres.

(...)

La mañana pasó entre trabajo, ni siquiera había tenido tiempo para ver a nadie que ni fueran Lara y Aurora.

– Laia, vamos a comer – dijo Lara cansada de tanto trabajo – luego volveremos.

Asentí, dejé las cosas bien colocadas y salí junto a Lara, por el camino nos encontramos a Pau.

– ¡Laia, necesito tu ayuda! – dijo el chico.

– Claro – miré a Lara, con una sonrisa se fue de allí – ¿que necesitas?

– Quiero pedirle matrimonio a Valeria – soltó – es la mujer de mi vida.

– ¡Eso es genial! – dije ilusionada.

– Quiero pedírselo después del partido contra Egipto – explicó con ilusión – por eso quiero invitarla a venir, ¿podrías hablar tú con ella? – juntó sus manos como un niño pequeño.

– Claro que si, Pau.

Sin esperarmelo, me abrazó y elevó unos centímetros del suelo mientras que daba vueltas y nos reíamos.

– Eres la mejor – me dio un beso en la frente – vayamos a comer.

Los dos retomamos nuestro camino hasta el comedor, pero antes de entrar sentí como mi móvil comenzaba a vibrar.

– Es Ferran – dije con una sonrisa – ahora voy – avisé y me alejé un poco – ¡Ferran! – contesté con alegría.

– ¿Que tal estás, peque? – preguntó.

– Muy bien, ¿y tú? – pregunté aún con una sonrisa.

– Echando de menos a la que es como mi hermanita pequeña, pero ya veo que ella a mi no.

– Claro que te echo de menos, a ti y a mi querida Irene – hice un puchero aunque él no pudiese verme.

– ¡Mi vida! – escuché como Irene gritaba, posiblemente le haya quitado el móvil a Ferran.

– Hola amor de mi vida – reí – ¿todo bien por allí?

– Si, es raro no tener a una persona pegada a nosotros todo el día – bromeó.

Estuvimos un buen rato hablando, me despedí de ellos para entrar al comedor, sentí las miradas sobre mi, les saludé a todos y me senté junto a Lara.

– Aurora no para de intentar llamar la atención – susurró.

Miré en la dirección que estaba mirando mi amiga, la rubia estaba junto a Pedri, Pau, Asensio y Puado.

Aurora estaba prácticamente encima de Pedri, el canario no quitaba su sonrisa y Puado estaba mucho más serio de lo normal.

Ahora la rubia le daba pequeños golpes a Asensio para molestarle, él no parecía incodomo, es más le siguió el juego.

Durante unos segundos, Pedri y yo muntuvimos nuestras miradas, pero fui yo la encargada de desviarla cuando la rubia chillo como una niña pequeña lanzándose a los brazos de Puado, éste no le siguió el juego y la apartó, para luego irse con Dani Olmo.

– Me da cierto tipo de rechazo las personas así – comentó Lara.

– A mi también – levanté los hombros – ahora vengo, voy a dejar el móvil cargando, luego tengo que llamar a mis padres.

Salí del comedor para acercarme a la habitación, entré y busqué mi cargador.

– ¿Se puede?

Me giré al escuchar la voz del canario, frunci el ceño y crucé mis brazos, esperando a que él hablara.

– ¿Por qué estás tan rara? – preguntó cerrando la puerta de la habitación.

– Yo no estoy rara – contesté – debe de ser cosa tuya.

– ¿He hecho algo malo?

– Jugar a dos bandos – confesé – tu querida Aurora me ha dicho que ella y tú queréis empezar algo, así que te pediría amablemente que te vayas de la habitación, esto se puede mal interpretar y no quieres problemas con ella, ¿verdad?

Cuando terminé de hablar su expresión seria cambió a una divertida, rodé los ojos y seguí buscando el cargador.

– No estarás celosa, ¿no?

– ¿Que estás diciendo?

– ¿De verdad te crees que cambiaría a la chica de mis sueños por una chica que no para de buscarnos a todos? – preguntó acercándose a mi, sus manos acabaron en mi cintura – te voy a confesar que yo también estuve un poco celoso – confesó – pero no pienso dejarte ir, eres mi maldita droga, Laia, entérate de una vez.

No sabía que responder, ni siquiera sabía que hacer, así que él dio el paso de abrazarme, la seguridad volvió a mi junto a ese sentimiento que solo Pedri podía hacerme sentir.

– Intentemoslo todo de nuevo – dijo cuando se separó – no tienes porqué estar celosa de Aurora, ni yo tengo porqué estarlo de Marco.

– Aurora lo intentará todo – dije.

– Aurora se cansará, cuando vea que ninguno le hacemos caso – hizo una pausa – te quiero a ti, Laia.

– Siento ser tan insegura...

– No lo sientas, ante mis ojos eres la chica más perfecta que he conocido – una de sus manos pasó a mi mejilla – te quiero, mi niña.

Sus labios se posaron sobre los míos, acepté ese beso, y es que el canario, podía hacerme sentir mariposas cada vez que me sonreía, cada vez que sus manos acariciaban mi cuerpo, cada vez que probaba sus labios...

[…]

Sempiterno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora