XIII

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Minho no sabía qué fue lo que más le sorprendió, si el hecho de que un príncipe tan atractivo estuviera mirándolo a los ojos directamente, la confianza que tuvo para robarle la flor de su bolsillo o la aceptación visual que le regaló de su propuesta de la noche anterior.

Si, definitivamente eran todas aquellas cosas. Jisung era la razón de su sorpresa y lo sería siempre, pues de alguna manera, su peculiar brillo le había llamado la atención desde que su mirada libre de odio alcanzó rincones oscuros de su corazón.

Minho relamió sus labios y una sonrisa se le escapó. No era alguien que se caracterizaba por ponerse nervioso o quedarse sin palabras, pero la situación seguía ameritando sorpresa y bastantes emociones nuevas.

Bajó la mirada hasta el suelo buscando una oración coherente y que no sonara nerviosa entre sus labios. Jisung se limitó a llevar el girasol hasta el bolsillo de su camisa, en el mismo lugar que Minho la tenía.

—Creo que esa flor me pertenece —formuló Minho, mirando con reproche al menor mientras cruzaba los brazos en su pecho. Jisung se encogió de hombros con indiferencia.

—No veo su nombre en ella.

—¿Usted le pone su nombre a las cosas que le pertenecen? Estaba en mi bolsillo, es mía.

—Antes estaba tirada. ¿También se la quitaste al suelo? ¿Quién fue el ladrón primero? —Jisung sonrió con los ojos abiertos, buscando burlarse del mayor, quien pasó la lengua por el interior de su mejilla claramente molesto de perder.

—¿De verdad te robarás mi flor y me echarás la culpa de robarla primero?

—Sin testigos que afirmen su teoría, la flor seguirá siendo mía.

La sonrisa inocente de Jisung logró un revoltijo de emociones en Minho.

—Bien, quédatela —aceptó el más alto—. Considéralo un regalo.

Minho rodeó el cuerpo de Jisung con su vista clavada en los ojos de él. El príncipe sonrió con orgullo.

—Me la iba a quedar de todas formas.

—Bien, porque el amarillo no me gusta.

Jisung borró la sonrisa de su rostro y pareció hasta ofendido con aquella frase. Momento exacto dónde Minho sonrío con orgullo de haber dado vuelta la batalla y encima demostrar que, en el fondo, Jisung sentía algo por él.

—Pues tu gusto en colores no es muy amplio tampoco —atacó ofendido Jisung, mordiendo su labio con claro enojo y desviando la vista hacia el atardecer al final de la calle, se veía apenas un hilo de luz.

—Por eso es que cuando un color me gusta, se vuelve especial al instante.

Minho buscó su mirada, logrando ver cómo las mejillas del menor se teñían de rosa y su vista se mantenía fija en el cielo, incapaz de devolverse a mirarlo. El más alto se acercó al oído de Jisung, tensando todas sus facciones y deteniendo su corazón.

—No me gusta el amarillo, me gusta el dorado —agregó ante su silencio—. No se confunda, príncipe.

Jisung giró su rostro, encontrándose con los oscuros ojos de Minho, quien se alejó del menor con una sonrisa leve en su rostro mientras colocaba sus manos en su espalda en una posición inocente, como si lo que acababa de hacer fuera un simple susurro y no algo que dejaría océanos mentales de pensamientos antes de dormir en el príncipe.

—¿Siempre eres tan atrevido?

Minho soltó una risa sincera.

—Dejaré que te respondan las experiencias.

Our Fairytale - [Minsung] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora