XXV

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La primavera había llegado. La época del año favorita de Jisung, pero para estar encerrado en su reino, no para estar camino a una celebración cliché bajo el potente sol, rodeado de personas con la mente encerrada en años de tradición y encarcelado entre la mirada del qué dirán y la obligación de conseguir desposar a una princesa como Lune Wymond. Incompatibles casi en su totalidad, distintos como dos polos.

No podían pretender que estuviera con alguien como ella cuando odiaba los girasoles, eso era maleducado, fuera de lugar, espantosamente injusto y todos los adjetivos malos que podrían existir.

Jisung miró por la ventana del carruaje real. Su madre ya le había intentado sacar tema de conversación varias veces, pero el menor solo respondía con monosílabos. Hyunjin, en cambio, no paraba de hablar sobre el libro que había leído, incluso si Seungmin ya había dejado de escucharlo hacía más de diez minutos.

—...y luego le dijo «te amo» por primera vez junto a un enorme lago cristalino. ¿Puedes creerlo? A la semana, se perdió en el bosque buscándole una flor especial. Es tan trágico... pero valió la pena, pues ella juro recordarlo por siempre. Solo que jamás pudo decirle «te amo» de vuelta. Tan triste y romántico. ¡Seungmin, debes leerlo!

—¿Leerlo? Hyunjin, me contaste todo el final. ¿Cómo haría eso?

—No te conté todo —reprochó el mayor, cruzándose de brazos—. Por ejemplo, aún no te dije sobre que la flor si llegó a ella, la había conseguido, solo que él murió al caerse de un acantilado.

—¿De verdad, Hyunjin? ¿Tienes algo ahí dentro? —atacó Seungmin, señalando la cabeza de Hyunjin con su dedo.

—¿Qué hice? —Hyunjin miró a Jisung buscando ayuda, este seguía manteniendo su postura firme y sus ojos puestos en la ventana.

—Existir —respondió sin más Jisung.

—Estamos llegando —avisó Amanner, levantando levemente el mentón y viendo por la ventana la decoración exterior—. ¡Mira esos colores! Son tan preciosos. ¿No te parecen lindos, Jisung?

—Lindos —asintió el mayor de los Han en aquella carroza, pues a su padre lo veía solo en asuntos especiales. Jamás pisaría siquiera una fiesta como aquella. No recordaba la última vez que había hablado con él. ¿Todos los reyes tenían la misma relación con sus hijos?

—¡Lo son! —Hyunjin movió la cara de Seungmin para ver por la ventana—. Ah, la primavera es tan...

—¿Romántica? ¿Especial? ¿Colorida? —Seungmin miró a Hyunjin con aburrimiento. El mayor asintió a cada una de sus palabras.

—¡La época perfecta para enamorarse! —Hyunjin aplaudió.

—Cada vez entiendo menos tu cabeza.

—Si quieres te recomiendo un libro que te ayudará a...

—Por favor, baja de la carroza antes de que te patee yo hasta afuera.

—¡Seungmin, por favor! —reprochó Amanner, mirando con atención a su hijo.

Los tres príncipes Han y la reina Amanner bajaron del carruaje con la mirada puesta en la feria que se abría paso adelante como todos los años.

Jisung acomodó sus guantes blancos y comenzó a sentir calor de golpe al ver tantas princesas y príncipes ir y venir del brazo enganchados, charlando con copas o tazas, riendo a carcajadas o hablando de temas serios, políticos o económicos. Un ambiente al que le habían enseñado a pertenecer, pero se sentía en cualquier lugar menos en casa.

La feria realmente era un punto de encuentro social donde no había bailes de por medio como las fiestas entre reinos o ceremonias anuales como la de los antifaces; tradición de la dinastía Lee. Había mesas y sillas blancas, juegos de entretenimiento, paseos en barco o incluso senderos marcados para una caminata bajo el brillante sol. La alta sociedad y el tiempo de ocio.

Our Fairytale - [Minsung] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora