XXXIV

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La primavera podía estar presente en cada esquina del reino, pero Jisung tenía la constante sensación de que el día estaba nublado. Que un fuerte viento azotaría su ventana de pronto y se llevaría con él todo ese dolor que cargaba en un solo rincón de su pecho. Quizás no era una sensación, sino un deseo.

Dejó acunar su mejilla entre las piernas de Hyunjin mientras una caricia en su cabello lo mantenía somnoliento. El menor le leía un libro en voz alta con la misma emoción que un niño contando su más apreciada aventura. Jisung adoraba oírlo, pero había dejado de hacerlo hacía rato, pues en su cabeza había demasiado bullicio como para aceptar algo más ajeno.

—Hay algo que nunca voy a entender de esta historia. —Hyunjin había cerrado el libro, Jisung supuso que ya había terminado—. Lo injusto que es el final y lo preciosa que continúa siendo la historia.

—¿Por qué te parece injusto?

—¿Acaso no has oído? El chico muere tras salvarla a ella en plena guerra, pero... ¿Qué sucede después? ¿Ella logra ser feliz sin él? Nada de esto está especificado en el libro.

—Tal vez solo quieren que te imagines tú como sigue.

—Pues mi trágica mente solo puede pensar que ella murió de un corazón roto.

—¿Eso es posible? —Jisung alzó la mirada. Hyunjin lo pensó unos segundos.

—Lo es, pero trataré de pensar en otra cosa. —Hyunjin sonrió levemente, no buscaba hacer pensar a Jisung sobre lo sucedido unos días atrás.

—La magia de los finales abiertos. —Jisung se sentó en su lugar, estirando sus brazos y alejándose de su hermano.

—Nuestra madre quiere que deje de leer romance porque en los libros todo es más bonito y cuando nos toca pisar la realidad, es más doloroso de aceptar. —Hyunjin hizo un leve puchero, Jisung agradecía tenerlo cerca porque a pesar de sus dramas y exageraciones, le hacía pensar menos en sus problemas.

—Mamá dice muchas cosas. —Jisung soltó aquello en un suspiro y desordenó los cabellos del menor en un gesto tierno.

Jisung se levantó de la cama y cerró la cortina del ventanal para así evitar que el sol de una tarde calurosa entrara con potencia a la habitación. Debería estar en plena clase de rutina como príncipe, pero exigió el día libre por descomposición física. Si supieran que el dolor sobrepasaba esa línea entre el exterior y el interior.

Hyunjin se deslizó hasta el borde la cama, apoyando su libro entre sus manos justo en sus piernas y mirando como su hermano ordenaba por decimoctava vez el escritorio. Hyunjin lo conocía como la palma de su mano, el mayor hacía eso cuando no tenía nada más que hacer.

Arreglar lo visible porque era imposible tratar el desorden de su cabeza. Jisung era una persona fácil de leer, pero que jamás quiso demostrar nada intencionalmente.

—¿Jisung? —El menor no sabía si aquella pregunta en su mente sería apta de hacer, pero ya había hablado y el mayor le estaba prestando atención—. ¿Sabes algo de él?

Jisung volvió la vista al escritorio y negó suavemente con la cabeza, sabiendo que de todas formas, no debería saber nada.

—Ya pasó una semana. Seguro está en alguna tierra lejana empezando de cero. Realmente lo espero. —Lo último sonó en un susurro pesado, perdido entre la nostalgia y el deseo.

—Si supieras donde está, ¿irías por él? —Jisung no contestó, pero Hyunjin supuso su respuesta—. Jisung, ¿aún esperas que su final no haya sido esa despedida?

—¿Cómo podría hacerlo? Tenemos tanto por vivir que me resultaría injusto no hacerlo.

—Me sorprendes —admitió Hyunjin, llamando la atención de Jisung con aquella afirmación—. Hasta hace unos meses atrás no tenías espacio suficiente en tu cabeza para algo tan humano como la valentía y el amor. Hoy no piensas con la corona, piensas con el corazón.

Our Fairytale - [Minsung] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora